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EDITORIAL

¡Hay que empezar a dialogar!

martes, 25 de mayo de 2021

El Gobierno ha abierto espacios de diálogo con el comité de paro, ha sacrificado políticas y funcionarios, pero su contraparte sigue aferrado a las demostraciones de fuerza

Editorial

En pocos días se completará un mes de protestas permanentes en Colombia, el tristemente célebre paro más largo de la historia. El balance preliminar es lamentable en pérdidas de vidas humanas, destrucción al inmobiliario público, frenazo económico e infarto social. ¿Hasta dónde se quiere elevar el nivel de caos para sentarse a negociar?

El Gobierno Nacional no solo ha cedido en sus políticas públicas, ha sacrificado funcionarios, y sobre todo, ha diseñado de manera exprés programas que benefician a los más jóvenes como es la matrícula gratis para universidades e instituciones públicas, créditos para emprendedores, subsidios para viviendas y ayudas para las empresas que beneficien a la población vulnerable entre los 18 y los 28 años, unas 10 millones de personas que corresponden a casi 10% de todos los colombianos. Además, se ha coordinado con los ministros correspondientes espacios de diálogo con el Comité de Paro que involucra a los representantes de los cientos de personas que están en las calles protestando, pero nada ha sido suficiente y los marchantes siguen en pie de lucha haciendo demostraciones exageradas de fuerza.

Puede ser que haya mucha gente de la política interesada en vengar la derrota del llamado plebiscito por la paz, que otros quieran hacerle tragar las palabras de cercanos al Gobierno de “volver trizas los acuerdos de paz”, o que quieran ahondar el resentimiento social que generan las diferencias económicas y de iniquidad social para tratar de ganar las elecciones presidenciales, pero lo único cierto es que hay que empezar a tejer un diálogo fructífero y duradero por el bienestar actual y la construcción de un futuro mejor para las nuevas generaciones.

Ni la sociedad, ni la economía colombiana han sido perfectas, no obstante, la democracia sí ha permitido que se goce de una constitución garantista de los derechos y que privilegia la economía de mercado. Todo se debe decidir en democracia y es la gente quien decide sus gobernantes. Hay políticos interesados en imponer sus modelos de país porque saben con certeza que en elecciones libres no conquistan las mayorías, por eso la violencia, el miedo y el caos son las mejores armas de imposición de ideas que han fracasado en otros países y los han llevado a la pobreza absoluta.

Colombia goza de una estabilidad democrática resaltada por otros países y organismos internacionales; camina por la senda del crecimiento y desarrollo económico desde hace décadas, como ningún otro país de la región; además cuenta con regiones fuertes casi autonómicas en lo social y cultural que son garantía de pluralidad y de mercados. No es un país perfecto, hay pueblos y ciudades capturadas por las economías del narcotráfico. La debilidad estatal lo ha permitido, pero no es el momento para que políticos populistas se unan con todos esos flagelos e impongan su caos y pretendan imponer su voluntad política.

El Comité de Paro debe sentarse a negociar con el Gobierno para armar una agenda a mediano plazo que seguramente determinará las propuestas de los aspirantes para las elecciones al Congreso y a la Presidencia. Por fortuna se viene un tiempo electoral que mueva a los electores a elegir bien los programas de gobierno, pero sobre todo que se imponga la racionalidad y el bien común.

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