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EDITORIAL

El derecho a la información y el pánico

viernes, 9 de noviembre de 2012
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La prensa y las redes sociales están obligadas a decir verdades, y la sociedad a exigir responsabilidad en todo sentido

La prensa y las redes sociales están obligadas a decir verdades, y la sociedad a exigir responsabilidad en todo sentido

No en vano el delito de pánico económico no se ha estrenado en Colombia, ni en muchos países emergentes y desarrollados. La explicación es muy sencilla: el derecho a la información de todos los ciudadanos ha cobrado relevancia; la protección del consumidor es constitucional; los datos claves de utilidad para el inversionista son más transparentes; las políticas públicas oficiales deben ser comunicadas y sensibilizadas. Todas estas prácticas de una sociedad regida por la información se han convertido en obligaciones o imperativos de comunidades totalmente mediáticas.

Los medios de comunicación, y ahora las redes sociales por más atomizadas que sean, deben tener presente que les asiste la responsabilidad de informar con valores innegociables de ética, veracidad, objetividad, actualidad y pertinencia, entre otros no menos necesarios que construyen la credibilidad. Y así como existen derechos, también hay deberes que todos los medios tenemos que cumplir. Ese bello precepto jurídico individual o colectivo, se complica cuando pensamos en a quién nos debemos los medios de comunicación. En nuestro caso está claro desde hace casi seis décadas que propendemos por el libre mercado, la iniciativa empresarial, la libre competencia y más en general por todas aquellas actividades que desarrollan al país y le generan bienestar a sus ciudadanos.

 No es fácil la tarea diaria de ponderar la información, jerarquizarla y valorarla de acuerdo a qué puede generar pánico económico o a qué tienen derecho a saber o estar informados los inversionistas, consumidores y empresarios colombianos. Bien lo plantea el viejo slogan de The New York Times que reza “all the news that’s fit to print” (todas las noticias que merecen ser publicadas). También ayudan célebres palabras de históricos impulsores de la empresa periodística como Bernard Kilgore, quien fuera el espirito del despegue de Wall Street Journal: hay más cuenta habientes que banqueros. El punto crucial en nuestro país es que para desarrollar los negocios, proteger al consumidor, ayudar a desarrollar la empresa, se necesita de una prensa y unas redes sociales sin ataduras, restricciones económicas, pero si con mucha responsabilidad.

Ahora que está caliente la trama financiera desatada por el caso Interbolsa se pone en tela de juicio el papel de la prensa, no solo por lo que ha dicho o ha dejado de decir, sino porque los clientes, usuarios o lectores esperan de un medio -cualquiera sea su interface- que cumpla a cabalidad con la tarea de contar lo que está sucediendo así estos sucesos afecten los intereses particulares de quienes por circunstancias propias no han hecho bien los negocios. El debate está abierto y merece una profunda reflexión.
 

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