El consumo debe volver a salvar el primer trimestre

La tasa de usura para marzo estará más cerca de 28% que de 27%, la misma cifra que los bancos cobraban en promedio antes de la pandemia. Es un tipo de interés chocante que no le gusta ni a los mismos banqueros; nadie la pone, pero sí la certifica la Superintendencia Financiera con base en lo que dicta el mercado, lo que impone que los bancos peguen el costo de las compras financiadas con tarjeta de crédito a ese techo o muy cerca. Lo que quiere decir que por cada $100 de compras con crédito plástico, cerca de una tercera parte se irá para pagar intereses, una de las tarifas más altas entre los países de la región sin importar la inflación que tengan.

El año pasado, cuando se alcanzó la cifra histórica de crecimiento económico, 10,6%, la denominada tasa de usura y referente para las compras masivas bajó casi a 25%, lo que le permitió a las familias aprovechar los días sin IVA, ser más generosas en las compras navideñas, incluso reactivar sus viajes de turismo; una dinámica que se extendió hasta la primera quincena de enero cuando el creciente fenómeno mundial de la inflación obligó a la Junta Directiva del Banco de la República a subir las tasas a niveles exagerados de 4% y golpeara las expectativas de consumo que se entremezclaron con una inflación general cercana a 7% y una de alimentos de 20%.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) presentó los resultados de diciembre de la Encuesta de Pulso Social, que muestra cómo el Indicador de Confianza del Consumidor para enero llegó a 35,9 puntos, lo que significó un retroceso frente a la cifra de diciembre de 39,3. Es la mejor muestra de que el año comenzó mal en materia de expectativas para comprar, que se deterioran con el paso de los días y el ambiente internacional se vuelve a tornar difícil, sobre todo en lo que tiene que ver con la reducción de la variación de precios, fenómeno que es, sin duda alguna, el culpable del dinero caro. Los hogares consideran que la situación del país es peor a la vista hace 12 meses. La mitad dice que la situación fue peor. Esta tendencia se vio en todas las ciudades del país, donde se notó una disminución de la confianza. Lo peor es que la encuesta concluye que 71,2% de los jefes considera que los precios van a aumentar mucho en los próximos 12 meses. Dictan las cifras del Dane que el gasto de los hogares (unos 14 millones de familias) estuvo muy cerca de los $850 billones, que si bien es alto, está muy lejos de las cuentas que hace el mismo Estado para proyectar las cifras de impuestos; así debería el Ministerio de Hacienda, como miembro de la Junta del Emisor, ayudarles a construir nuevas fórmulas para que la variación de precios no se trate de curar solo con tasas, sino con otras herramientas o diferentes enfoques; todo un reto académico en el que se deben involucrar a las universidades, la banca multilateral y los centros de investigación independientes.

Es simple abordar el problema: el consumo de las familias es el eje del crecimiento del país, pero la creciente inflación ha frenado esa tendencia que se profundiza con el alto costo del dinero, el resultado será bajo crecimiento, no el necesario para generar empleo formal que esperan casi cuatro millones de colombianos sin trabajo. El consumo debe tener las condiciones para desarrollarse y deben articularse antes de que el primer trimestre llegue a su final.