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EDITORIAL

El comercio global necesita nuevas reglas

martes, 8 de octubre de 2019

En medio de la guerra comercial entre EE.UU. y china, la organización mundial del comercio ha brillado por su ausencia, que da cuenta de su obsolescencia. se debe avanzar en una reforma

Editorial


La Organización Mundial del Comercio, la flamante OMC, es una auténtica convidada de piedra en la guerra arancelaria que libran sin cuartel las economías de China y de Estados Unidos desde hace más de dos años, sin que haya una tregua a vista en las que las economías de mercado afectadas puedan reparar los daños o, por lo menos, pensar en un Plan B por si el conflicto va para largo rato; o, lo que no es menor, si el enfrentamiento llegó para quedarse y establecerá un nuevo mapa de intercambios comerciales en el que brillen los proteccionismos y nacionalismos. La gran preocupación global -a menos de tres meses de terminar este año- es que en lugar de menguar, crece y arrastra a las economías satélites de los dos países.

Hasta hace pocos años, cuando se presentaba una problema comercial entre dos países se acudía a una suerte de jueces de la OMC que dirimían conflictos, dictaban jurisprudencia internacional y resolvían a los ojos de los países miembros muchos problemas comunes. Eran tiempos de mucho trabajo para el organismo internacional, cobijado por las grandes instituciones en todos los continentes y considerado la autoridad máxima; por esos años la moda eran los tratados de libre comercio que se firmaban en cantidades y se vaticinaba para el mundo una dinámica de ventas externas por bloques de países, todo bajo el faro en que se había convertido la Unión Europea, el Nafta o el Foro de Cooperación del Pacífico; en pocas palabras, importaciones y exportaciones tenían un ente rector respetado y activo.

Cuando China fue aceptado en la OMC, pocos años después de comenzar el siglo XXI, se hizo una excepción, pues el gigante asiático no tiene una estricta economía de libe mercado y el Estado con su gobierno de partido sigue moviendo la mano invisible de su potente economía. Ahora, Estado Unidos está pagando el error de no haberle exigido a China unos mínimos de mercado libre; occidente subsidió sus exportaciones y se hicieron muy poderosas no solo en Norteamérica, sino en Europa y América Latina. Brasil, Chile y Perú, tienen en China a su primer mercado, haciéndolos muy vulnerables a la guerra arancelaria. Colombia, por su parte, no ha caído en el canto de sirenas de las grandes inversiones chinas y se ha mantenido más sólido en el TLC firmado con Estados Unidos desde 2006.

En todo este panorama, la OMC ha brillado por su ausencia, que da más cuenta de la obsolescencia en la que se encuentra, lo que muestra la necesidad de que el organismo se adapte a las nuevas realidades de la economía global. La Unión Europea ha presentado a Bruselas una reforma a la institución, tratando de que sea mucho más moderna y se ajuste a las nuevas necesidades, pero sobre todo, que ponga en su lugar el comercio con China, pues es un gran jugador sin reglas ni normas establecidas. Si la misma OMC no afana un nuevo marco, puede ocurrir una verdadera crisis en términos de intercambios. Y un hecho relevante para este final de año es que los jueces con los que cuenta dicha autoridad comercial terminan su periodo y entrarán unos nuevos sin el contexto que ha determinado el enfrentamiento entre las dos economías más dinámicas del mundo.

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