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Nada más inconveniente para la economía en estos momentos que regalar dinero de todos a los comerciantes facilitando ventas baratas, buena decisión de no sancionar la ley
Los llamados días sin IVA se los inventó el gobierno pasado para reactivar la economía en tiempos de pandemia, fueron novedosos en su momento, pero iban en contravía de la recomendación técnica de los ministros de Hacienda sobre su impacto en el recaudo, y solo sirvieron para que dineros de impuestos se dejaran de cobrar en beneficio de unos pocos comerciantes, mayoristas e importadores de productos asiáticos, especialmente tecnología.
La iniciativa actual fue un polémico proyecto de ley que sacaron algunos congresistas con nombres propios de beneficiarios, con la argumentación de que los colombianos salieran en masa a comprar cosas sin impuestos, que no siempre necesitan, nunca hubo un estudio serio sobre el impacto en las arcas nacionales, pero sí cifras informales traídas de los cabellos para argumentar que los colombianos les regalaran casi $2 billones del IVA a comerciantes específicos.
Es más: nunca hubo una investigación seria de la Superintendencia de Industria y Comercio a las tiendas y supermercados que movían los precios al alza para ganarse el descuento. Las quejas de los consumidores no se hicieron esperar sobre las jugadas de las tiendas de tecnología, que con la expectativa de ventas billonarias subían los precios con anterioridad.
La idea de eliminar el impuesto al valor agregado en tres fechas específicas para que las familias pudieran comprar diferentes artículos a un precio más bajo, nunca estuvo bien argumentada, pues las personas necesitan es ingresos, no gastos en estos momentos. Y el propósito de reactivar la economía con esta iniciativa, técnicamente no es clara, máxime viniendo de congresistas de la oposición que han criticado los subsidios que entrega el mismo Gobierno.
La polémica ley quería que, de forma permanente, se fijaran fechas en el calendario. Fue el exministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien en la primera reforma tributaria eliminó esos dañinos días por considerarse innecesarios, pues tenían intereses de algunos comerciantes en particular.
Los días sin IVA fueron borrados del almanaque porque le estaban haciendo daño a la economía al facilitar la venta de productos tanto nacionales como extranjeros, sin pago de los necesarios impuestos. Las jornadas de bajos precios existen y son exitosas, pero con plata de los comerciantes, no de impuestos, y deben perfeccionarse desde los comerciantes, la pequeña y mediana empresa, para competir con otras estrategias, no siempre acudiendo a los subsidios encubiertos.
Deben inventar jornadas de descuentos para vender saldos y aprovechar las temporadas de antesala a la Navidad o el regreso de los colegios. El desempeño económico del país no es bueno, la evasión por parte de los comerciantes aún es alta, el contrabando rampante y la cultura tributaria son menores cuando se comparan con los países de la Ocde; todo un caldo de cultivo que va en contravía de cualquier análisis responsable sobre cómo mejorar la economía. Tiene razón el Gobierno cuando no firma esta inapropiada ley y la juzga como inoportuna.
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