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EDITORIAL

Detenerse a mirar el rumbo de la deuda externa

lunes, 23 de mayo de 2016
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En términos de PIB, la deuda externa llega a 41%, lo que es una cifra muy superior a la de los años anteriores, una situación que debe revisarse.

A comienzos de los años 80 del siglo pasado, la abultada deuda externa constituyó uno de los problemas más graves de la mayoría de los países latinoamericanos, al punto que varios de ellos debieron pedir apoyo a organismos como el FMI para que les permitiera recuperar su capacidad de pago frente al exterior. Duros programas de ajuste debieron ser emprendidos como costo de la laxitud en el manejo del gasto público a través del endeudamiento externo y la población pasó la factura política. La experiencia sirvió para el aconductamiento de gobiernos y para ganar seriedad en el manejo de las políticas y los prestamistas aprendieron también la lección.

En el fondo, el manejo adecuado de la deuda de un país es un asunto más sencillo de lo que lo presentan los expertos y no es distinto con lo que ocurre a las personas y las empresas: nadie debe endeudarse más allá de su capacidad para responder por las obligaciones, que se expresa en la generación de ingresos. En ese orden, en lo posible el endeudamiento no debe ser utilizado para gasto corriente, sino para proyectos con claro impacto en la generación de recursos o alto sentido social.

Aunque la teoría señale niveles acerca de la proporción de endeudamiento frente a variables como el PIB o las reservas internacionales de un país, la realidad es que cada economía es distinta y los parámetros no son uniformes. Así por ejemplo, Estados Unidos es el país más endeudado en términos absolutos y que en proporción es igual a su PIB, pero es la economía más poderosa del mundo, lo cual es una garantía para sus prestamistas. No ocurre lo mismo con otros, así la magnitud de los datos sea mucho menor, pero su riesgo es más alto porque su capacidad de pago también es inferior.

De acuerdo con el último registro del Banco de la República, la deuda externa de nuestro país alcanza US$112.786 millones, que como proporción del PIB equivale a un 41,7%, el nivel más alto desde 2003, cifra que hace un año era 36,2% y 20% hace ocho años. Esto significa que las deudas del Gobierno y las empresas con el exterior han venido aumentando en una proporción mayor y más aceleradamente al crecimiento del PIB, lo cual, aunque sí es una alerta, no es motivo de alarma si no se mantiene indefinidamente esa tendencia.

Ahora bien, desde 2014 el precio del dólar ha venido subiendo hasta alcanzar 50%, alrededor de $3.000 en la actualidad, lo que implica a quienes tienen compromisos en el exterior entregar más pesos por cada dólar, en otras palabras, el peso de la deuda es más grande ahora porque la economía, medida en divisas, es más pequeña. Es un tema de análisis de expertos, pero que merece una reflexión, el hecho de que hoy la deuda externa sea una proporción similar del PIB a 2003, período en el que la economía apenas salía de una dura recesión, en tanto que ahora lleva varios años de una buena salud.

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