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El país político viene experimentando cambios estructurales desde 1991, entender el nuevo país y las posibilidades que brinda es imperativo para medios, políticos y empresarios
Hay tres episodios importantes en la historia reciente del país político, económico y social: el Frente Nacional, la Constitución de 1991 y los Acuerdos de Paz. Si bien unos tienen más hondo calado y transformaron más que otros, por ejemplo la rotación del poder entre liberales y conservadores que sepultó la violencia bipartidista tradicional desde el siglo XIX, engendró nuevos problemas, que se intentaron solucionar con el cambio en la Carta Magna, lo que a su vez interpretó una nueva realidad nacional e identificó fuerzas minoritarias, pero ha sido inferior a la hora de clausurar el conflicto interno que desangra al país patrocinado por el negocio del narcotráfico.
El Acuerdo de Paz, firmado el 26 de septiembre de 2016, abrió una nueva agenda, pero al mismo tiempo fracturó al país político aupando la derecha ideológica que no había tenido un protagonismo abierto; desde esa fecha asociada al plebiscito aprobatorio, la sociedad se ha partido entre las dos orillas políticas de santistas y uribistas, sin atisbar que de eso ha pasado más de un lustro y que quienes nacieron después de 2000 tienen 22 años y crecieron con Google, celulares y redes sociales, factores que han contribuido para que vean la realidad nacional con otros filtros. Es elocuente que en las pasadas elecciones casi 8 de cada 10 jóvenes, entre 18 y 24 años, se inclinaran por propuestas progresistas, frente a las opciones tradicionales o continuistas que preferían las personas por encima de 40 años.
El analista cafetero, Guillermo Trujillo, tocaba el tema hace un año y planteaba que en tiempos del Frente Nacional, la economía giraba alrededor del café y en el campo vivía 70% de la población; la migración produjo el cambio y la realidad es otra. Ahora los nietos de los migrantes, claman porque el sistema los acoja. “La política cambió con la Constitución de 1991 y en el 2002, consecuencia del mal gobierno de Pastrana, todo se facilitó para que Uribe ganara las elecciones sin apoyo de los partidos tradicionales”. Fue en ese momento en que la izquierda floreció, “como efecto del ejercicio de un gobierno de derecha y, efectivamente, en 2006 en cabeza de Carlos Gaviria, derrotó al Partido Liberal (...) La nueva realidad se consolidó y en la segunda vuelta de 2010, Mockus obtuvo 3,6 millones de votos”.
De Duque para acá, el cambio se ha acelerado. “En 2018 había 36 millones de personas habilitadas para votar, -de ellas 6.229.263 nuevos cedulados- y efectivamente sufragaron 6.239.580 más que en 2010. Los electores pasaron de 13 millones en ocho años a 19,5 millones registrando la votación más grande de la historia. La pregunta clave es quién está seduciendo a los nuevos votantes, puede pensarse que los resultados de las últimas elecciones de alcaldes en las principales ciudades de Colombia, Medellín, Cali y Bogotá, está la respuesta.
Hay una captura más eficiente de votos jóvenes por parte de la izquierda, hipótesis que se comprueba con los resultados del pasado domingo. Hay una evidente debilidad de la política tradicional frente a la nueva realidad que obliga a desarrollar la capacidad para entender e interpretar los cambios que está experimentando el país político, económico y social. En menos de un años estaremos hablando de las elecciones regionales y locales, todo un caldo de cultivo para la elección del Presidente que lleve al país a la tercera década del siglo XXI.
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