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La agenda entre Petro y Biden es la que es en este momento, pero se dejan de lado temas como el desarrollo social y derrotar la pobreza en que están sumidos 21 millones de colombianos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es un viejo conocedor de Colombia como pocos mandatarios de ese país. Visitó Cartagena y Bogotá algunas veces cuando fue senador y como buen demócrata es muy cercano al diálogo social con América Latina.
Por su parte, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha corrido con la suerte del primíparo y el contexto mundial lo ha llevado a que sea la “más bella del baile”, en una fiesta con líderes de la región, en la que todos quieren bailar una pieza. Hablamos de Boric, Lula o Amlo.
Petro acaba de desarrollar una agenda en Washington digna de un gran líder, respaldada por los reconocimientos que la prensa internacional le ha hecho en los últimos meses. Entre los temas del encuentro, los mandatarios hablaron sobre el cambio climático, la democracia y la migración, asuntos de gran impacto en la prospectiva regional.
Petro ha dicho que Latinoamérica cuenta con “el mayor potencial de democracia y libertad; y el mayor potencial de energías limpias”. Pero ha sido una agenda más bien etérea: al inicio del encuentro, Biden aseguró que Colombia es una piedra fundamental de la región. “Creo que si trabajamos juntos, tendremos un continente que sea unido, igualitario y económicamente próspero”. Todo un lugar común sin compromisos serios o concretos.
Sobre el cambio climático, dijo que “juntos, estamos liderando esfuerzos, Colombia y Estados Unidos, para hacerle frente, y también tenemos un fondo de US$500 millones para la protección de la Amazonía”. Así mismo, se refirió al tema migratorio, asegurando que “estamos trabajando juntos para combatir el narcotráfico, abordar los niveles históricos de la migración”. Agradeció “por la hospitalidad y apoyo que le brindan en Colombia a los refugiados venezolanos, es un trabajo enorme”, agregando que se está trabajando con socios regionales para apoyar a Colombia en ese desafío migratorio.
Y como colofón, Biden agradeció a Petro por el compromiso que tiene, como lo demuestra, con la paz y los derechos en el continente. “Al comenzar este próximo ciclo de nuestra asociación podemos profundizar la relación, desarrollar la cooperación, así que gracias por estar con nosotros”. Nadie puede negar que si Estados Unidos estornuda, Colombia se afiebra, parafraseando una vieja frase europea que originalmente decía (durante las guerras prusianas) “cuando Francia estornuda, toda Europa se resfría”.
Colombia no puede estar de espaldas a lo que sucede en el Congreso estadounidense, los cambios de poderes y lo que señala el péndulo político americano. La historia reciente del país está marcada por situaciones políticas como el Proceso 8.000, la guerra contra las drogas, el proceso de paz y ahora las ideas del primer gobierno de izquierda en la historia nacional, coyunturas que siempre estarán íntimamente ligadas a Estados Unidos y su ayuda económica y asistencia militar.
Desconocer que en Estados Unidos hay casi cuatro millones de colombianos, y sumando más cada año, quienes aportan remesas al país y que el juego geopolítico le obliga al motor de la economía global a cuidar sus aliados en el cono sur, puede ser una gran miopía. Los chinos, rusos o iraníes pueden traer miles de millones de dólares para extraer recursos naturales de Colombia, pero la estabilidad económica, cultural, social y militar siempre estará ligada a Estados Unidos.
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