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Los contratos de agua que empezaron a cotizar en Nasdaq están destinados a servir como cobertura para los grandes consumidores de agua, más protección que negocio floreciente
Algo más disruptivo que la misma pandemia debía suceder en las postrimerías de este extraño año bisiesto de 2020. Los contratos de agua empezaron a cotizar en el Nasdaq bajo el Índice Nasdaq Veles California Water, destinados a servir como cobertura para los grandes consumidores, una noticia que le dará valor al recurso natural más valioso, subvalorado, desprotegido e incluso destruido por sus propios consumidores.
La novedad es que todos los actores del “precioso líquido”, tales como agricultores, municipios, comunidades y fondos de cobertura podrán protegerse por la incierta disponibilidad de agua hacia el futuro. Esta interesante tendencia ya es una realidad en California (la quinta economía global) y ganará adeptos con el paso de los años, además forzará a los gobiernos a verdaderamente preocuparse por la producción, el suministro, el transporte y la conservación de agua para sus economías.
Los pioneros son CME Group, una empresa vinculada al mercado de agua que firmó un contrato por US$1.100 millones a partir de enero de 2021. La movida alcanzó 489 puntos de índice, equivalentes a US$489 por acre-pie. Son los primeros contratos en su tipo en EE. UU. y según Bloomberg “servirán como cobertura para los grandes consumidores de agua, como los productores de almendras y los servicios eléctricos, contra las fluctuaciones de los precios del agua, así como un indicador de escasez para inversores del mundo”.
No se puede hablar de cambio climático y pensar que nada va a pasar con el recurso agua en una economía globalizada; las repercusiones económicas no se harán esperar, una situación que ya se veía venir. La desarrollada y vanguardista economía de Singapur compra gran parte de su consumo de agua a la emergente economía de Indonesia. Una tendencia que estará al alza y será irreversible, pues es innegable que situaciones como sequías, sobrepoblación, contaminación, todo enmarcado en el cambio climático, disparen el valor del agua en los próximos años, tal como hoy sucede con el oro o las energías renovables.
Los nuevos papeles valor están vinculados al precio promedio ponderado por volumen del agua en una región. Sin duda es algo disruptivo que obligará a los ricos en este recurso a cuidarlo y exportarlo.
Colombia es un país muy rico en lluvias, páramos y ríos, recurso hídrico que no ha sido valorado ni conservado por los gobiernos ni mucho menos por las comunidades aledañas a los focos de producción. Es paradójico que sea un problema que llueva con intensidad y cause estragos, y que al mismo tiempo se sufra por la escasez de agua para el consumo y las sequías.
En el mundo hay más de 2.000 millones de personas sin acceso al líquido y de cara al inminente calentamiento global, esta cifra puede duplicarse y desplazar mucha población a lugares ricos en agua. El país está en mora de crear al menos una Agencia Nacional del Agua como ente rector que trabaje con las corporaciones autónomas regionales en la optimización de las cuencas y con Parques Nacionales en la conservación de los páramos.
Una vez haya una institucionalidad y unos responsables debe empezarse un proceso de sensibilización de las comunidades asentadas en esos polos de riqueza para que protejan y deriven su sustento de cuidar el agua y no acabar el recurso con cultivos invasivos y la crianza de ganados en zonas de reserva natural. Lógico, primero debe haber un plan y una hoja de ruta institucional.
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