MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Las cajas de compensación tejen país al lado de más de 800.000 empresas y 90.000 empleados y ya llegan a 70 años, ahora hay que diseñar cómo llevarlas a un estado mayor de desarrollo
Hace 70 años, un grupo de empresarios paisas decidieron dar un subsidio a sus trabajadores por cada uno de sus hijos para ajustar los precarios salarios de la época y sobrellevar el alto costo de vida que se vivía en 1954.
La iniciativa empresarial fue madurando en forma de compensación, convencidas las empresas de que los cambios sociales no solo dependían de las políticas públicas, sino de la ayuda privada, más allá de los mismos impuestos tradicionales, de tal manera que se estructuró un novedoso sistema de subsidio familiar mixto que le ayudara al Estado a cumplir su papel.
Esa nueva política pública, mancomunada, maduró en forma de modelos técnicos de educación, salud, vivienda, recreación y todos los servicios con los que hoy cuentan las 42 cajas de compensación que actúan en el país a partir del impuesto parafiscal de 4% que pagan los empresarios por cada trabajador. No hay un servicio más transversal que las cajas de compensación: están en todos los sectores estratégicos de la sociedad y son un soporte sin igual de la construcción familiar del país.
Las empresas afiliadas, de todos los tamaños, superan las 800.000, que son atendidas por unos 90.000 empleados en todos los rincones de Colombia. Es un sistema que ha funcionado y que es un modelo de exportación, pero al mismo tiempo es un gran olvidado y un convidado de piedra a los grandes debates nacionales de cómo sacar a más colombianos de la pobreza y cómo derrotar la imperiosa informalidad que agobia las economías rurales y urbanas.
Los empresarios, a través de las juntas directivas de las cajas de compensación, actúan de manera regional y son conocedores de los verdaderos problemas en cada departamento, sus capitales y municipios, pero nunca son tenidos en cuenta para avanzar en la solución de asuntos estructurales, problema derivado de la politización de algunas cajas y la captura por parte de congresistas de algunas otras.
Hoy el mapa se divide entre las intervenidas por el Gobierno Nacional y las más eficientes desde la óptica empresarial. Esa división de las cajas amenaza el espíritu real del sistema de compensación porque la administración central de turno puede hacer uso político de esta.
Las cajas son instituciones transformadoras de la sociedad en los pilares básicos de la satisfacción de las necesidades y como tal deben seguir fortaleciéndose. Aunque el objeto más valioso de las cajas es su regionalización sobre la cual se debe hacer país.
Hay que construir el país económico y social desde lo que enseñan las cajas de compensación, pues conocen de primera mano el empleo, los sectores más dinámicos, la calidad de la educación, la salud, el entretenimiento y la construcción. Es un momento ideal para que el rol de la institución de la compensación se comprometa más con el desarrollo del país. ¿Cómo? Brindando nuevas ideas de soluciones para satisfacer las necesidades básicas; las cajas pueden armar una verdadera bitácora de avance social a partir del conocimiento de siete décadas.
Nadie como Comfama sabe más de Antioquia, Comfandi del suroccidente, ni como Cafam o Colsubsidio del centro y oriente del país. Ha llegado el momento de pensar en las cajas de compensación 2.0, que hagan saltar al país social a otra etapa de desarrollo. No se puede aceptar que se queden suspendidas en el tiempo.
El desarrollo del país y la guerra contra la pobreza está en manos de las licencias, tanto previas como ambientales, convertidas en un sainete que condena generaciones a la miseria
La Junta Directiva del Banco de la República se reúne por penúltima vez para revisar si las tasas de interés siguen cayendo, es momento de hacerlo antes que una recesión llegue
En Colombia todo es susceptible de usarse políticamente para abrir brechas ideológicas, y es válido, pero en ese ejercicio no se puede desacreditar la COP y de paso dañar a Cali