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Colombia es un país de contrastes. La semana pasada, por ejemplo, coincidieron dos noticias antagónicas sobre un tema tan específico como la discriminación a los discapacitados. Por una parte, fue furor tanto en los espacios noticiosos como en las redes sociales la impresentable postura de un rentable movimiento político-religioso, que en su discurso discrimina - sin ruborizarse - a las personas que padecen algún tipo de discapacidad. En simultánea, y con un despliegue noticioso mucho menor, el Gobierno lanzó un oportuno programa de inclusión de la población invidente a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Este último hecho inspira la presente columna.
Las personas que sufren algún tipo de discapacidad no solo son víctimas de su estado de salud, sino que enfrentan serias dificultades para acceder a la educación y al mercado laboral. Recientes estudios muestran que para Europa y Estados Unidos el salario de una persona que presente algún tipo de discapacidad es entre 10% y 35% inferior, con una tasa de desempleo que más que duplica la de los individuos sin discapacidad alguna. El compromiso con los discapacitados es que los productos, servicios y oportunidades sean totalmente accesibles y funcionales para todos. Sin embargo, en sociedades como la nuestra se tiende hacia el aislamiento, la piedad o el paternalismo, y rara vez se llevan a cabo iniciativas de política que ayudan a recuperar la autonomía de los discapacitados.
Tras meses de planeación e intensa negociación de las licencias, el Gobierno de Colombia logró masificar una tecnología que hasta entonces era exclusiva para quienes la podían pagar o accedían a ella desplazándose a los centros públicos de acceso comunitario a Internet. Se trata de un recurso informático que convierte en sonido el contenido de los sistemas operativos, las aplicaciones y las páginas web, permitiendo que las personas con problemas de visión puedan acceder a la tecnología y a la información. El software lector para invidentes, cuya licencia comprada de manera individual puede costar más de US$1.500, estará ahora disponible de manera gratuita para todos aquellos colombianos que lo quieran descargar desde el próximo 27 de enero de 2014, beneficiando a los más de 1,2 millones de colombianos con discapacidad visual. Esta iniciativa recibe el nombre de ConVerTIC, y es un importante paso en el propósito de universalizar el acceso a Internet en nuestro país.
En mi opinión, programas como ConVerTIC nos demuestran, a todos aquellos que sentimos pasión por la función pública, que a través del buen gobierno se pueden conquistar los milagros sociales que difícilmente se logran en las iglesias de garaje. Recientemente el Presidente Santos dijo que el Ministerio TIC era “el Falcao” de su equipo de gobierno. Estemos o no de acuerdo, lo innegable es que con esta iniciativa le anotaron un golazo a la discriminación.
