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ANALISTAS

Judas y la miseria cafetera

martes, 26 de marzo de 2013
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Aparecen hoy algunos exfuncionarios del más alto nivel de la Federación Nacional de Cafeteros,  como los portadores de la verdad absoluta con la cual pretenden juzgar y condenar a los cafeteros empresariales y a los exportadores privados como  los culpables de  todos los males de la caficultura incluyendo el paro cafetero. Otros ahora denigran de la institucionalidad que ellos mismos dirigieron durante décadas.

Lamentable que varios Comités Departamentales que tienen sus representantes en el Comite Nacional se vayan lanza en ristre contra la Federación que conjuntamente con el gobierno han dirigido.
Engañan a la opinión pública acusando a otros, para ocultar que fueron ellos, solo ellos, quienes con el mayor grado de incompetencia construyeron y ejecutaron, no solo las políticas con la cual se deterioró la actividad cafetera, sino que también fueron quienes tomaron las decisiones administrativas y comerciales que causaron y siguen causando gigantescas pérdidas en la actividad comercial y en las inversiones del Fondo Nacional del Café. 
Sí. La institucionalidad y la actividad cafetera deben de reestructurarse para adecuarlas a las nuevas circunstancias y mercados, pero con la consulta y crítica constructiva de los cafeteros, no con las falsas acusaciones y crítica destructiva de sus mismos exfuncionarios. 
El paro, fue una expresión lamentable de la base campesina cafetera, solamente motivada por el desespero y el hambre, a donde estos mismos funcionarios los llevaron durante largos y funestos años de una muy cuestionable administración de la institucionalidad. Fueron ellos quienes debían de explicar a la opinión pública y a la misma justicia como los arruinaron con sus políticas y feriaron las mal llamadas contribuciones cafeteras que se suponían era un ahorro para el futuro y llevaron a bancarrota los pocos activos que le quedaban del Fondo del Café.
Los cafeteros tienen la fe del carbonero y seguirán cultivando seguros de que vendrán días más brillantes y noches negras menos largas. Tendrán todas sus esperanzas puestas en la nueva Comisión para el Análisis y Reestructuración de la actividad Cafetera.
Tienen la nobleza del campesino colombiano. Reclaman pero no ofenden. Conocen la urgente necesidad de restructurar la institucionalidad pero no denigran de ella. Solo critican a sus dirigentes.
Tienen confianza en que el gobierno actúa de buena fe, por virtud y por la misma necesidad de generar bienestar social y económico en el campo. No en vano son casi seiscientas mil familias que obtienen su sustento de la actividad y otro tanto de familias que indirectamente prestan los servicios y manufacturan los bienes que requieren la actividad y sus propietarios.
En buena hora la Comisión, le deseamos buena brisa y buena mar.

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