El informe de estabilidad financiera del Banco de la República publicado en marzo de este año, comenta que la vulnerabilidad frente al riesgo de crédito había aumentado con relación a los niveles alcanzados en el primer semestre de 2012. Según ese mismo informe, para ese período del año pasado, el nivel de stress financiero aumentó evidenciando dicha vulnerabilidad en cuanto al caso de las compañías de financiamiento comercial como las empresas de Leasing; el informe explicaba que la razón había sido el deterioro en la solvencia y las variables asociadas al riesgo crediticio; para los bancos éste se mantuvo más o menos estable, permaneciendo en el rango negativo. Dicho informe también anotaba que la cartera vencida se había deteriorado aumentando en un ritmo mayor.
El pasado 10 de septiembre el Dane presentó un informe sobre la Cartera Hipotecaria de Vivienda; entre el primer trimestre y el segundo trimestre del año en curso, la cartera total, entre la vencida y no vencida, aumentó en 3,7% pero aumentó en 13,5% frente al segundo trimestre del año pasado, mientras que el saldo de la cartera de vivienda no VIS aumentó en 4,5%, la de vivienda VIS aumentó apenas un 1,8%.
Para el segundo trimestre del año, la cartera vencida tuvo una participación de 5,8% en el total de la cartera, presentando un crecimiento de 6,4% frente al período anterior y de 7,8% frente al mismo período de 2012.
Una de las herramientas del Plan de Impulso para la Productividad y el Empleo (Pipe) funcionó, la cual fue contribuir a la construcción y pedirle a los bancos que bajaran sus tasa de interés y además subsidiar, para el consumidor financiero, otra parte de la tasa de interés, así más personas pudieron acceder a tener vivienda propia. Sin embargo, al analizar el resto de los datos, queda en evidencia la crisis que se refleja en el aumento de la incapacidad del colombiano de cumplir con sus compromisos de crédito.
La pequeña tranquilidad ofrecida por el Banco de la República, cuando publicó el informe, en cuanto a los indicadores de mora y el nivel de stress financiero fue aplacada por los datos que entregó el Dane en los últimos días, pues éstos podrían ser señal del deterioro de este índice frente a los resultados del año pasado. La misma necesidad de crear un plan de choque es indicio del quebranto de la economía. La precaria actividad económica es propicia para que se dé el incumplimiento del pago de las obligaciones crediticias de los usuarios financieros.
Las políticas encaminadas a incentivar la economía deben ir más allá de incentivar el crédito. Contribuir con un sector no asegura un efecto dominó sobre el resto de los sectores, pues no todos tienen algún tipo de relación. Un presupuesto que no vele por la inversión social y en infraestructura es uno que no contribuirá a menguar la crisis que se viene cocinando desde el segundo semestre del año pasado.
El gobierno necesita cuidar el bolsillo de los colombianos, que finalmente deben ser los que muevan la economía, no solo hay que garantizar el trabajo digno para todos sino que, también debe incentivar a que ahorren y que disminuyan el gasto de sus ingresos futuros en créditos, pues finalmente si no hay trabajo, se verán en la imposibilidad de pagar y su propia crisis la irán, lentamente, transmitiendo a la economía.
Las políticas deben ir encaminadas a que cada actor en la economía se esfuerce por reducir sus costos y gastos y pueda aumentar su productividad, ya sea mediante los anhelados bienes públicos que tanto se han pedido para el sector agropecuario, como mediante estímulos a la actualización tecnológica de las industrias.
