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ANALISTAS

De reconocimiento por el Triángulo Norte: El Salvador

jueves, 8 de agosto de 2013
La República Más
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Hasta ahora es claro que lo desarrollado en Guatemala y Honduras no ha sido de avanzada, en relación con las ventajas que el TLC estudiado brinda a los Estados involucrados. Esta semana el análisis gira en torno a El Salvador. En las siguientes líneas se hará una revisión de cómo está la relación bilateral con el pequeño país centroamericano y si la más reciente legislación comercial ha beneficiado en algo el diálogo entre ambos actores latinoamericanos.
 
Inicialmente, es pertinente una mínima contextualización. El Salvador es un país de única costa en el Océano Pacífico, a diferencia de sus socios del Triángulo Norte, quienes poseen doble salida al mar. Su población gira alrededor de los 6 millones de habitantes, quienes viven en poco más de 20.000 kilómetros cuadrados de superficie. Como se evidencia, se trata de un país de tamaño reducido, pero que a raíz de su ubicación podría ser aprovechado para consolidar la presencia del sistema productivo colombiano en Centroamérica continental, e incluso Norteamérica.
 
En la actualidad de algún avance se puede hablar, puesto que la presencia de firmas colombianas en El Salvador es una realidad. A manera de inventario puede listarse que compañías como Avianca, Bancolombia, constructora Cusezar, EPM, y los grupos Aval, Fanalca, EMI, Carvajal, Sura y Decameron, entre otras, están ya instaladas, valiéndose de las posibles maniobras de internacionalización existentes. Algunas estrategias para llegar a ese mercado han sido adquisiciones; en otros casos se ha visto cómo las empresas se fusionan o alcanzan acuerdos para transferencia de tecnología. Lo real es que a pesar del tamaño del país, esto no ha sido inconveniente para comprender su valor.
 
A diferencia de Honduras, y la misma nación guatemalteca, el Salvador ha sabido leerse como un centro de operaciones útil para llegarle directamente a toda la región centroamericana, pero también a los Estados Unidos; dado que al considerarse su principal socio comercial, es posible aprovecharse de los beneficios del abanico de acuerdos que El Salvador ha negociado para llegar allí con producción que conserve las normas de origen establecidas en su normatividad.
 
Ahora bien, en diversos escenarios se ha discutido un tema puntual que debe corregirse pronto. Al analizar el universo arancelario negociado y las posibilidades de desgravación y desregulación entre Colombia y las naciones del Triángulo Norte, es fácil notar que precisamente con El Salvador hubo la menor cantidad de beneficios al aparato productivo nacional. No en vano el ministro Sergio Díaz-Granados se ha pronunciado sobre la necesidad de retornar el acuerdo y analizar una probable modificación que facilite un fortalecimiento del diálogo bilateral. Es algo en lo que, inclusive, los mismos salvadoreños están de acuerdo. El ministro de economía, Armando Flores, ya ha hecho también alusión a la necesidad de optimizar el acuerdo, pues se sigue visualizando como desaprovechado.
 
El Salvador es un país importador. Su balanza comercial está lejos de nivelarse. Específicamente con Colombia tuvo una relación altamente deficitaria. Las ventas nacionales a ese mercado (2012), aunque inferiores a las hechas en 2011, fueron de U$66,5 millones, mientras que las compras (importaciones) se situaron en U$8,5 millones. Sin embargo, es un desbalance que aún está por aprovecharse a plenitud.

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