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ANALISTAS

Capital en el Siglo Veintiuno

jueves, 17 de julio de 2014
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El libro titulado como esta nota, encabeza las listas de los libros más vendidos, lo escribió un profesor de economía francés, de 43 años, de nombre Thomas Piketty. En Google abundan los comentarios tanto a favor como en contra. 

El tema del libro versa sobre la desigualdad económica y la distribución económica de 20 países durante 250 años, especialmente sobre Francia, Europa y Estados Unidos. Tesis central: la concentración de la riqueza no es un accidente sino una característica del capitalismo y no puede controlarse sino por medio del intervencionismo. Esta concentración proviene de que la rentabilidad del capital, esto es, utilidades, intereses, dividendos y rentas crecen más rápido que la economía, o sea, que la producción bruta total.  En dichos países, cuando el capital les ha rentado un 5% por año, su PIB crece a 3%.

Esta diferencia de crecimientos hace que los propietarios del capital en manos de 1% de la población de estos países, se hayan enriquecido más rápido que  el resto de la población durante el Siglo Veinte, salvo durante y después de las dos guerras mundiales, períodos en que  no ganaron tanto y se equilibraron con el resto de la población. 

Afirma Piketty que la economía de mercado no reparte las riquezas en forma equitativa, que no eleva todos los botes en forma simultánea, como sostienen los capitalistas. Que este proceso no funciona sin la presencia de las fuerzas ecualizadoras de las instituciones y de la educación. Advierte que los sistemas democráticos no responden en forma pacífica ante las desigualdades. Propone crear un impuesto progresivo universal sobre las rentas netas.  

La Universidad de Harvard, www.blogs.hbr.org/2014 le revira afirmando que el problema no es consecuencia del capitalismo  sino falla de las instituciones y de la política, porque de los 20 países estudiados por este economista, 13 tomaron hace tiempo decisiones políticas para gravar las rentas elevadas con el fin de aliviar las causas de las desigualdades sociales.  Al fin y al cabo, la economía prosigue su marcha al anca de la política. 

Curiosamente, hoy, a pesar de las grandes desigualdades presentadas por Piketty, existen más vehículos, electrodomésticos, viviendas de calidad… en manos de las clases medias y pobres que en siglos pasados. En Occidente se considera que el capitalismo sí ha evitado las consecuencias apocalípticas de las desigualdades que figuran en las profecías de Marx, en medio de una explosión demográfica sin precedentes. 

De las desigualdades económicas se derivan las desigualdades políticas y, a su vez, las desigualdades políticas le abren la puerta a las élites que poco tributan. A pesar de esto, el capital no se protege solo porque produce desarrollo, se protege porque es más humano que los totalitarismos de Stalin, Mao, los Castros, Chávez…

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