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BTS, una de las agrupaciones más populares del género, ha facturado US$5.000 millones, cerca de 0,5% del PIB de Corea del Sur
La música, desde siempre, ha sido una herramienta poderosa para convocar audiencias y generar ganancias. Corea del Sur lo tiene más que claro. Se estima que el K-pop (música originaria de este país) le aporta más de US$10.000 millones a su economía, según estimaciones del Gobierno, ¿pero cuál es el truco?
Julio Correal , productor musical, explica que más que posicionar el género, el país se ha enfocado en una “industrialización de la música”, en la que los artistas reciben entrenamientos rigurosos, hay inversiones considerables y se construye un estilo de vida para los fans.
“Todo está fríamente calculado, el merch, las presentaciones y giras globales, la idea es lograr que a través de estas bandas se establezca un gusto musical, una manera de vestirse, de hablar (...) Es una inversión grande que amerita que haya una comercialización global”, añade Correal.
Si se compara con la economía colombiana, lo que mueve el género estaría por encima del PIB de Boyacá ( US$7.368 millones) o de Bolívar (US$9.341 millones). Respaldado, también, por el ‘Hallyu’ u ‘ola coreana’ en español, que se refiere a la popularización de esta cultura a nivel mundial.
“Es por esto que hoy en día un colombiano de Socha, o de Boyacá, ya sabe qué es BTS; el de Barranquilla también y el del Vichada. Son éxitos premeditados”, añade el productor.
Se estima que hay más de 180 bandas del género en la actualidad y solo durante 2020, según destaca Kpopmap, se habrían creado 43 adicionales, oferta en la que destacan las girlbands y las boybands.
Uno de los casos de éxito y que jalona la corriente K-pop es BTS, conformado por siete jóvenes coreanos: Jungkook, V, Jin, RM, Jimin, J-Hope y Suga, cuya facturación anual llegaría a US$5.000 millones en registros del Instituto de Investigación de Hyundai. La cifra es casi 0,5% del PIB de Corea del Sur.
La buena acogida de la banda se ve, por ejemplo, en la venta de sus álbumes. Desde 2016 la cifra ha venido en ascenso con 1,45 millones de copias, como anota Statista; en 2017 el número saltó a 2,72 millones; 2018, 5,15 millones; 2019, 6,03 millones, en 2020, en plena pandemia, tocó el histórico de 9,17 millones y para 2021 logró 7,21 millones de unidades.
Ayer hicieron el lanzamiento de ‘Proof’, un nuevo álbum con el que se conmemoran nueve años en el mercado. En total, contiene 48 canciones, pero solo 35 estarán disponibles digitalmente, con lo que para acceder a todas los seguidores tendrán que comprar la versión física cuyo costo oscila entre US$50 y US$130 en Amazon.
Además de su propuesta musical, Yuly Giraldo, capacitadora internacional de consultores de imagen, dice que a nivel visual también han construido una marca con la que los artistas del género apuntan a un “stilyng ideal” y hasta aspiracional.
“Son muy cuidadosos con su imagen pues van dirigidos a un público joven, que están en busca de una identidad, y quiere poder ser como esas estrellas. A partir de la música se impone la moda”, concluye Giraldo.
Si bien las esperanzas de inversión por parte del PIF han aumentado, particularmente después de la reelección del presidente electo Donald Trump
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