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Héctor Abad Faciolince presenta su nuevo libro en la Filbo
Héctor Abad Faciolince, escritor de 'El olvido que seremos', publicó su más reciente trabajo enmarcado en la guerra en Ucrania
El reconocido escritor Héctor Abad Faciolince publicó su nuevo libro 'Ahora y en la hora' con el sello Alfaguara de Penguin Random House. El sábado 3 de mayo lo presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo, y firmó cientos de ejemplares a los lectores que ha ido conquistando desde que inició a escribir, hace más de tres décadas.
En su última obra, Abad hace un crónica de un suceso violento que vivió en medio de la guerra en Ucrania. Con su narración recuerda a los temas tratados en su obra más famosa 'El olvido que seremos', los efectos de la guerra, la muerte de los inocentes, y el dolor de quien sobrevive. El autor contó qué significa esta obra en su carrera, su visión de Ucrania y del panorama literario.
Yo desde los 12 años me di cuenta de que quería dedicarme a escribir, porque escribiendo me podía comunicar más fácilmente que hablando, es como la manera de expresarme que me siento más cómodo, hay un filtro temporal, hay un momento de reflexión, hay una lentitud y una soledad que para mí son cómodas.
Las historias que he contado en general surgen mucho más de mi memoria que de mi imaginación. Mis libros son escritos no a partir de la fantasía, sino de la experiencia y también de la mala memoria, con la que con el tiempo se va desfigurando.
Este último, pero también los otros, parten de algo que he vivido, que me han contado o que he leído, y la mala memoria me permite hacer un ejercicio que se parece a a la imaginación pero que no es igual porque todo lo que escribo es porque de algún modo creo que lo estoy recordando.
No es de los primeros de mis libros, pero es como si lo fuera en cada libro que escribo. Me siento un aprendiz y trato de no repetirme, de no escribir siempre el mismo libro, sino uno muy distinto bien sea porque la vida así me dicta, como en este caso, o porque lo pretendo intencionalmente, ayer lo cogí en mis manos por primera vez y me sentí tan contento y tan primerizo como con el primero que publiqué hace 35 años.
Este libro surge de un viaje, sobre el que esperaba escribir una pequeña crónica o un artículo, a una feria del libro en Ucrania, un país en guerra, que nos parece muy lejano, pero que defiende los valores fundamentales por los que luchamos los que creemos en la libertad.
En una extensión del viaje que hice sin querer, pero cediendo por mi falta de carácter a la invitación de Sergio Jaramillo y de Catalina Gómez, cuando todo parecía que había salido bien, que habíamos podido ser testigos de los horrores de la guerra, en la despedida cayó sobre nosotros un misil y eso convirtió un viaje testimonial y de documentación en algo trágico para muchas personas, 12 fallecieron inmediatamente y una escritora de la edad de mi hija, Victoria Amelina, una colega ucraniana que quedó herida de muerte y falleció pocos días después.
Esa experiencia es lo que despertó en mí el sentido de responsabilidad de darle voz a ella, quien había dedicado su vida el último año y medio a documentar los crímenes de guerra rusos, y obviamente no podía documentar su propio crimen, me sentí en la responsabilidad de contarlo yo.
No hay una sola idea que que yo pueda resumir en una frase. Tiene que ver con muchos asuntos, uno es el hecho de envejecer, otro es escribir sobre un viaje trágico, es darle voz a una persona que no tiene voz, explicar una invasión y una guerra lejana en un país muy distinto al mío, y tal vez a partir de lectura de este libro se pueda entender que no es un país tan lejano, porque está defendiendo todo lo que es más importante para la vida en libertad.
Es también un libro sobre la amistad, sobre las personas con las que hice ese viaje y sobre la muerte compartida. En general la gente se muere sola, la muerte es una cosa individual, pero a veces, como en este caso, la muerte fue algo colectivo producido por un acto de maldad deliberado y culpable que pretendía arrebatar muchas vidas al mismo tiempo.
Los países los determina su geografía, nosotros somos un país tropical montañoso donde la mayoría de población vive en las montañas, huyendo de la humedad del calor y de las enfermedades de las selvas del trópico. La geografía ucraniana es muy distinta, es un país de estepas, de llanuras inmensas sin barreras geográficas naturales que impidan las múltiples invasiones.
Colombia es un país muy difícil de penetrar, de defender, de conocer en su integridad por la cantidad de accidentes geográficos que tiene. Ucrania, en cambio, es un país que ha sido invadido por el norte, por el oeste, por el oriente, por el sur, por todos los puntos cardinales, precisamente porque es muy plano, sin grandes ríos o cordilleras que impidan el paso de otros pueblos. Conocer realidades geográficas tan distintas a las nuestras nos hace entender precisamente también las nuestras.
Esto tiene mucho de alumbramiento, uno en el que yo ya no puedo ni cuidar, ni amamantar, ni mimar. Este libro ya no lo puedo tampoco cambiar. Un libro es huérfano, lo último que voy a hacer, en esta feria y en otras de ciudades y países como España y de América Latina es presentarlo, contar de qué se trata.
Esta no es la parte que a mí más me interesa, es algo que antes los escritores no tenían que hacer, los libros se defendían solos como huérfanos que salen al mundo, ahora las editoriales nos piden que tratemos de dar los primeros pasos con esta nueva criatura, para ayudarle a que caminen solos, pero el deber del libro es defenderse solo y si a la gente le gusta magnífico, y si a la gente no le gusta pues lástima, pero uno no se puede dedicar a defender un libro como quien defiende un carro, un invento, una escopeta o un teléfono, el libro está hecho de voces, y son esas mismas voces las que lo presentan.
Una feria del libro es una inmensa librería, una gran biblioteca donde a la gente que le gusta leer puede ver cientos de miles de títulos, a ojearlos con los ojos y a hojearlos con las hojas, y ver de qué se antoja, es simplemente una exhibición de antojos variadísimos.
Para entender su importancia, debemos imaginarnos una ciudad, un país donde no haya ferias del libro, su carencia sería realmente triste y trágica. Cuando piensa en las cosas anulándolas, se da cuenta del valor de su existencia, en esta feria del libro, a diferencia de Kiev, donde yo estuve, no hay alarmas de posible ataque aéreo por el que la gente tenga que salir corriendo a los refugios para no caer víctimas de una bomba que les cae encima durante una exposición puramente cultural. Es muy valioso que nosotros podamos hacer esta feria gigantesca sin estar rodeados del miedo de que un ataque con bombas y con misiles interrumpa la vida y lectura de un momento a otro.
Hay muchas más editoriales ahora que cuando yo empecé a publicar, hay muchas más oportunidades de leer cualquier tipo de libro de cualquier país a través de otras plataformas.
Puede que mucha gente no lea o lea cosas muy breves en el teléfono, pero creo que nunca se ha leído tanto como ahora, y no me quejo, lo que sí es lamentable es que muchas personas se limiten al mundo hiperactivo y con déficit de atención de las redes sociales con la multiplicación de información excesiva y muchas veces mentirosa, ese tipo de lectura que se ejerce cotidianamente puede ser el más nocivo.
Yo defiendo la lectura en libros y en papel, porque ese tipo de lectura lenta, silenciosa y más aislada tiene efectos mentales muy distintos, mucho más hondos, mucho más duraderos que la lectura dispersa en pequeños mensajes o trinos, son lecturas muy distintas y yo, tal vez por mi vejez prefiero la de los libros lentos y de papel que la hiperativa de las redes.
Hay por ejemplo una herramienta de inteligencia artificial sumamente útil que es poder traducir al instante de cualquier lengua. Yo puedo leer periódicos ucranianos y la inteligencia artificial así no lo haga a la perfección me traduce de inmediato y eso es una especie de magia impresionante que que admiro.
Ahora, la inteligencia artificial llegará a perfeccionarse mucho pero en el momento en el que estamos también afirma con una gran seguridad muchísimas mentiras, cuando uno averigua con la IA cosas que sabe bien, descubre la capacidad de de distorsionar y de mentir impunemente y la gente probablemente no se da cuenta.
Tenemos que usarlas con el cuidado con que se usan unas tijeras, que sirven para cortar una tela pero también para agredir a alguien y matarlo. Lo mismo ocurre con las nuevas herramientas.
Acabo de publicar este y espero que no sea el último que escriba. Tengo ideas, proyectos pero creo que por un tiempo me voy a dedicar a vivir, a esperar y a estar tranquilo con lo que mi vida privada me depara. En estos momentos estoy viviendo mucho más que escribiendo, ya la escritura llegará, la escritura proviene de la vida, vivir mucho es lo que permite escribir novelas.
Espero tener la oportunidad todavía de vivir muchas cosas distintas que me inspiren nuevas páginas, pero estoy tranquilo, si este es el último libro que voy a escribir también estoy tranquilo, ya he escrito mucho, ya he escrito suficiente, si llegan más mágnifico.
Son tantos los libros maravillosos que hay que no tengo el que más marcó y que me cambió para siempre. Los libros son como la comida, no hay una comida en mi vida que me haya marcado y alimentado para siempre, a mí todos los libros me alimentan y me gustan más o menos, como lo que comemos, lo que no puedo dejar de hacer es comer, alimentarme de libros cada día, pero no hay una gran comilona que haya determinado mi cerebro o mi cuerpo. Es la acumulación de las comidas viejas, pasadas, repetidas o únicas, lo que produce esa especie de nube que llamamos cultura en la que vivimos.
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