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Los países del G-20 plantean que podría haber un consenso en junio. En paralelo, el Fondo insta a crear un gravamen temporal
Para financiar su ambicioso plan de más de US$2 billones (millones de millones) destinados a renovar la infraestructura, Joe Biden apuesta por subir los impuestos a las empresas estadounidenses. Si bien el presidente había adelantado el marco general, ayer la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, detalló los cambios que propondrán y los beneficios generales que conllevarían.
Gracias a los mayores gravámenes -en sus palabras- “mutuamente beneficiosos”, el plan fiscal implicaría un impulso de 1,6% del Producto Interno Bruto (PIB) de EE.UU. para 2024, mientras que en 15 años significaría una recaudación de US$2,5 billones.
Para lograr esto, la administración plantea subir a 28% el tributo a las sociedades -que Biden ayer declaró que podría estar dispuesto a negociar con los Republicanos-, además de establecer un gravamen mínimo del 15% sobre los ingresos contables de las grandes compañías y también eliminar las “preferencias de exportación”.
“El sistema de impuestos corporativos de EE.UU. se ha roto durante mucho tiempo, también lo ha sido la forma en que pensamos sobre los impuestos corporativos”, dijo Yellen, defendiendo que “la reforma tributaria no es un juego de suma cero, con las corporaciones de un lado y el gobierno del otro”.
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