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Sin experiencia en el sector público, el ingeniero civil originario de Texas cuenta con renombre internacional como empresario. En 2015, se ubicó en el número 25 del ranking de personas más poderosas del mundo según Forbes. Bajo su mandato de diez años, la mayor petrolera en la bolsa ha expandido sus operaciones a más de cincuenta países, incluidos Venezuela, Catar y la región de Kurdistán.
Pero la relación más polémica de Tillerson es con Rusia: en más de 20 años de negocios en ese país, el empresario ha logrado incluso la Medalla de Amistad –un reconocimiento que han recibido otros estadounidenses por logros en deportes, el arte y la música– por su “cooperación en el fortalecimiento del sector energético”. En Moscú, asesores del mandatario ruso Vladimir Putin valoraban que su nombre estuviera en la baraja del presidente electo, Donald Trump.
“Tillerson será un mensajero efectivo y creíble, porque no es un miembro del establishment de la política exterior”, dijo a The New York Times uno de los principales diplomáticos en materia de energía de Barack Obama, David L. Goldwyn. “Su historia personifica el potencial de inversión que Rusia podría lograr con una mejor relación con EEUU”, explicó.
Conflictos de interés
El nombre de Rex Tillerson enerva a legisladores más allá de su relación con Rusia. El nominado es dueño de 2,6 millones de acciones de Exxon, avaluadas en US$228 millones, según Bloomberg, una cifra que podría aumentar dependiendo de las decisiones que tome desde el Departamento de Estado.
En 2014, cuando EE.UU. aplicó sanciones contra Moscú por la anexión de Crimea, ExxonMobil vio congelado un acuerdo multimillonario de exploración y producción en la región del Ártico, de la mano de la estatal rusa Rosneft. Ese año, Tillerson canceló su asistencia a una cumbre empresarial en ese país, pero envió una comitiva. A partir del 20 de enero, como secretario de Estado, Tillerson podría levantar esa sanción, en beneficio de la empresa.
Cambio climático
A diferencia de la opinión de Trump, quien durante la campaña dijo que el calentamiento global era una “farsa”, Tillerson ha dado señales de que reconoce la responsabilidad del ser humano en el tema. Bajo su liderazgo, Exxon prometió buscar soluciones. No sólo eso: también apoyó los acuerdos de París, que el propio Trump ha prometido desechar.
Su opinión sobre otros temas aún se desconoce. Tillerson definirá el futuro de los vínculos con Cuba, tras el acercamiento que intentó Obama, así como del giro hacia Asia, especialmente hacia China, donde la política exterior será relevante para definir la relación comercial entre las dos mayores economías del mundo.
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