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De este total, 28 millones realizaban trabajos forzados y 22 millones estaban atrapadas en matrimonios forzados
Al cierre de 2012, cerca de 50 millones de personas vivían en situación de esclavitud moderna, lo que implica que son obligadas a trabajar contra su voluntad o a vivir en un matrimonio sin su consentimiento. Esta cifra significa que casi una de cada 150 personas en el mundo se encuentra en esta condición, según un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De este total, 28 millones realizaban trabajos forzados y 22 millones estaban atrapadas en matrimonios forzados. El número de personas en situación de esclavitud moderna ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años; mientras que, en 2021 había 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna en comparación con las estimaciones mundiales de 2016. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente vulnerables.
La esclavitud moderna se da en casi todos los países del mundo y atraviesa líneas étnicas, culturales y religiosas, por lo que 52% de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta. La mayoría de los casos de trabajo forzoso (86%) se dan en el sector privado.
El trabajo forzoso en sectores distintos de la explotación sexual comercial representa 63% de todo el trabajo forzoso, mientras que la explotación sexual comercial forzosa representa 23% del total. Casi cuatro de cada cinco personas sometidas a explotación sexual comercial forzada son mujeres o niñas. El trabajo forzoso impuesto por el Estado representa 14% de las personas sometidas a trabajo forzoso. Incluso, casi una de cada ocho personas que realizan trabajos forzados son niños y más de la mitad de ellos se encuentran en situación de explotación sexual comercial.
Las estimaciones de la OIT señalan que las situaciones de esclavitud moderna no son en absoluto transitorias. El sometimiento al trabajo forzoso puede durar años, mientras que el matrimonio forzoso, en la mayoría de los casos, equivale a una condena a cadena perpetua.
Para la organización, la pandemia del covid-19, los conflictos armados y el cambio climático de los últimos años han provocado una perturbación sin precedentes del empleo y la educación, un aumento de la pobreza extrema y de la migración forzosa, así como un incremento de las denuncias de violencia de género, lo que contribuye a aumentar el riesgo de todas las formas de esclavitud moderna.
Los trabajadores migrantes tienen tres veces más probabilidades de realizar trabajos forzados en comparación con los trabajadores adultos no migrantes. Si bien la migración laboral tiene un efecto ampliamente positivo en las personas, los hogares, las comunidades y las sociedades, este hallazgo demuestra cómo los migrantes son afectados directamente.
“Es escandaloso que la situación de la esclavitud moderna no mejore. Nada puede justificar la persistencia de este abuso fundamental de los derechos humanos. Sabemos lo que hay que hacer, y sabemos que se puede hacer. Es fundamental contar con políticas y regulaciones nacionales eficaces, pero los gobiernos no pueden hacerlo solos. Las normas internacionales proporcionan una base sólida, y es necesario un enfoque que incluya a todas las partes”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder.
Entre las recomendaciones que brinda se encuentran mejorar y hacer cumplir las leyes de trabajo, reforzar las medidas para combatir el trabajo forzado y la trata de personas, además de la protección social.
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