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Los datos oficiales publicados el martes mostraron que los precios al consumidor fue de 5,23% interanual, por debajo de lo pronosticado
La tasa de inflación de Brasil cayó mucho más de lo esperado en julio, una caída que ofrece cierto alivio a los consumidores pero que es poco probable que cambie los planes del banco central de mantener las tasas de interés en niveles altísimos en el futuro previsible.
Los datos oficiales publicados el martes mostraron que los precios al consumidor aumentaron 5,23% interanual, por debajo de todos los pronósticos de una encuesta de Bloomberg que tenía una estimación mediana de 5,33%. En ese mes, la inflación alcanzó 0,26%.
Las autoridades, lideradas por Gabriel Galipolo, mantuvieron la tasa de referencia Selic estable en 15% el mes pasado, lo que indica que deben mantenerse alerta ante una inflación superior al objetivo y los efectos aún no visibles de la guerra comercial del presidente estadounidense Donald Trump. Esta postura cautelosa no ha servido para calmar la ansiedad de los inversores sobre los factores que impulsan los precios al consumidor, como el mercado laboral en auge y el aumento de la deuda pública.
El costo de la vivienda subió 0,91%, impulsado por el aumento de las facturas de electricidad, lo que representó el principal factor del aumento de precios en julio. Mientras tanto, el precio de los alimentos y bebidas, un grupo particularmente sensible para los consumidores brasileños, cayó 0,27%, al igual que el precio de la ropa, según la agencia de estadísticas.
“Resulta alentador que haya indicios de que las presiones subyacentes sobre los precios están disminuyendo”, escribió Kimberley Sperrfechter, economista de mercados emergentes de Capital Economics, en una nota de investigación. Sin embargo, es improbable que esta desaceleración sea suficiente para influir en la postura de los banqueros centrales a corto plazo.
La preocupación de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva aumente el gasto público antes de una reñida reelección el próximo año está impulsando al alza las previsiones de inflación en un momento en que las tasas de interés, actualmente en su nivel más alto en casi dos décadas, están ralentizando la economía. Los analistas aún prevén que el aumento de los precios al consumidor se mantendrá por encima de la meta de 3% del banco central hasta 2028.
Trump impuso aranceles de 50% a Brasil, que entraron en vigor la semana pasada, por el trato dispensado a su aliado de derecha, Jair Bolsonaro. El expresidente brasileño pronto será juzgado por participar en un intento de golpe de Estado para aferrarse al poder tras su derrota electoral de 2022 ante Lula.
El gobierno brasileño está ultimando una serie de medidas para proteger a los sectores económicos afectados por los gravámenes. Mientras tanto, los esfuerzos diplomáticos para aliviar las tensiones entre los dos países más poblados del hemisferio occidental no han prosperado hasta el momento.
Los economistas aún evalúan el impacto de los aranceles de Trump en la economía brasileña. Sin embargo, pocos esperan que los impuestos a las importaciones o la inflación mejor de lo esperado del martes alteren la política monetaria.
“Sin embargo, la desaceleración no provocará un recorte de tasas, incluso en medio de los riesgos de crecimiento derivados de los aranceles estadounidenses”, escribió Adriana Dupita, quien cubre Brasil y Argentina para Bloomberg Economics, en una nota de investigación.
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