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Estados Unidos logra bloquear por ahora el impuesto global al carbono sobre buques
El aplazamiento supone un revés para las regulaciones ambientales multilaterales de cara a la cumbre climática COP30 del próximo mes en Brasil
El regulador del transporte marítimo mundial pospuso una decisión sobre la adopción de un cargo histórico sobre las emisiones de los buques, una medida sorprendente que pone de relieve los esfuerzos de la administración Trump por perturbar la diplomacia climática internacional.
El aplazamiento supone un revés para las regulaciones ambientales multilaterales de cara a la cumbre climática COP30 del próximo mes en Brasil.
Los países se reunieron esta semana en la sede de la Organización Marítima Internacional en Londres para decidir si obligar a los buques a pagar por los más de 1.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero que emiten anualmente. El viernes, votaron a favor de aplazar la votación un año, tras una propuesta presentada por Arabia Saudita.
Los expertos del sector ya esperaban la aprobación de las normas, a pesar de la presión estadounidense. Su elaboración ha llevado años y constituiría el primer cargo global y fijo sobre las emisiones para cualquier industria. Además, allanaría el camino para el fin del petróleo como combustible predominante en el transporte marítimo y abriría la puerta a alternativas más limpias como el amoníaco.
Si bien el plan contaba con un claro apoyo internacional en abril, este flaqueó esta semana cuando Estados Unidos aumentó la presión y amenazó con tomar medidas de amplio alcance contra quienes respaldaran las normas planificadas por las que el presidente Donald Trump dijo el jueves que estaba "indignado".
La Cámara Naviera Internacional, que representa a más de 80% de la flota mundial, dijo que estaba decepcionada con el resultado y que la incertidumbre sobre el futuro del plan amenaza las inversiones necesarias para hacer que el sector sea más limpio.
El retraso de la decisión demuestra el efecto que puede tener la presión de la administración Trump. Estados Unidos se opuso firmemente a los cargos por emisiones de los buques, calificándolos de "impuesto global al carbono" para los estadounidenses y advirtiendo de impactos económicos "desastrosos". Había instado a otras naciones a rechazar las regulaciones de "una organización de la ONU que no rinde cuentas", afirmando que algunas estimaciones pronosticaban un aumento de los costos de transporte marítimo de hasta 10% o más.
El Departamento de Estado había indicado que consideraría medidas como impuestos portuarios, restricciones de visas, sanciones comerciales y sanciones a funcionarios. Anteriormente también mencionó aranceles como parte de las posibles respuestas, aunque no quedó claro si seguían sobre la mesa.
Trump dijo que Estados Unidos no se adheriría al impuesto al carbono “de ninguna manera” y que estaba “indignado” de que la OMI estuviera realizando una votación.
Estados Unidos también ejerció presión sobre los planes esta semana al solicitar un paso más en la adopción del cargo si los países votaban a favor, proponiendo que las naciones lo aceptaran explícitamente tras la votación, en un cambio respecto al proceso de "aceptación tácita". Esto, en la práctica, añadiría un obstáculo adicional para su entrada en vigor.
Esta semana hubo indicios de vacilación. Bloomberg informó el jueves que Atenas, que durante mucho tiempo se había mostrado escéptica sobre el plan debido al impacto en su industria marítima, estaba considerando abstenerse.
El viernes, Singapur —anteriormente partidario del plan— propuso que los países pospusieran la votación sobre el cargo. Esta propuesta recibió el respaldo de Arabia Saudita, que ya se oponía a la norma.
El fracaso del plan es otro ejemplo de los desafíos que enfrentan la diplomacia y la regulación climática internacional. La administración Trump ha estado desmantelando su política climática nacional e intentando obstaculizar los esfuerzos para reducir las emisiones a nivel mundial. Las empresas también han abandonado sus compromisos climáticos durante el último año, a medida que se hace evidente la realidad de cumplir plazos ambiciosos y se desvanecen los beneficios publicitarios de tener credenciales ecológicas.
Aunque Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo climático de París, la retirada recién tendrá efecto formal en 2026. En la práctica, Estados Unidos aún podrá bloquear los esfuerzos por alcanzar un consenso en las conversaciones de la COP30 en noviembre.
La industria marítima representa más de cuatro quintas partes del comercio mundial y más de 1% de todas las emisiones, y el impuesto al carbono fue una parte clave del impulso de la OMI para que el transporte marítimo internacional alcance el cero neto alrededor de mediados de siglo.
Ese objetivo ahora parece más difícil de alcanzar.
“Nos decepciona que los Estados miembros no hayan podido acordar un camino a seguir en esta reunión”, declaró el secretario general de la Cámara Naviera Internacional, Thomas Kazakos . “La industria necesita claridad para poder realizar las inversiones necesarias para descarbonizar el sector marítimo, de acuerdo con los objetivos establecidos en la estrategia de GEI de la OMI”.
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