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Cerca de 48% de los habitantes de países de ingresos bajos no pueden pagar acceso a internet y 3.800 millones no usan el servicio
La pandemia puso de manifiesto las grandes brechas digitales que hay entre las economías pobres y ricas en el mundo. El trabajo remoto, la escolaridad en modalidad híbrida y la necesidad de adaptación de recursos tecnológicos para mantener la conexión, fueron algunos elementos que condicionaron el día a día de las más de 700 millones de personas en condición de pobreza extrema que habitan en el mudo.
De acuerdo con el informe ‘Data for Better Lives’, presentado por el Banco Mundial, durante 2020: cerca de 600 millones personas alrededor del mundo vivieron sin acceso a internet; otros 3.800 millones no utilizaron el recurso, aun teniendo una señal de banda ancha móvil disponible; y 48% de los residentes en países de economía emergentes tuvieron dificultades para pagar el uso de datos móviles. En tanto, 42% de los usuarios restringió con frecuencia la cantidad de datos que usa.
Por lo anterior, el Banco Mundial señaló que la escasez de conectividad digital en el mundo en desarrollo puede reflejarse en términos de tres tipos diferentes de brechas. En primer lugar, la brecha de cobertura, que se refiere al hecho de que la infraestructura digital aún no ha llegado a todos los lugares habitados.
En segundo lugar, la brecha de uso: una situación en la que, incluso cuando la cobertura esté disponible, la aceptación del servicio por parte de la población en cuestión generalmente no será universal. En tercer lugar, la brecha de consumo: un panorama en el que, incluso cuando las personas aceptan el servicio, el consumo de datos suele ser relativamente bajo.
En ese sentido Carmen Reinhart, primera economista del Grupo Banco Mundial, afirmó que cerrar este tipo de brechas implicaría una reducción de costos minoristas, permitiría el intercambio de infraestructura, mejoraría la disponibilidad y asequibilidad del espectro electromagnético de los países, y ampliaría los recursos para aumentar el alcance del servicio.
En la misma línea, Reinhart destacó que la pandemia dejó un retraso en el cumplimiento del objetivo 9C de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, ampliar el acceso a internet para las comunidades en 2020. Por eso, ahora se plantea que 75% de la población mundial tenga acceso a banda ancha para 2025: 65% en las economías en desarrollo, y 35% en las economías menos desarrolladas.
Ahora bien, uno de los puntos clave destacados por el organismo multilateral en su informe fue la dificultad que tienen los usuarios de países de ingresos bajos para acceder a las herramientas de conexión, como por ejemplo, los teléfonos móviles.
Según el Banco Mundial, un teléfono inteligente en economías pobres puede costar US$42, cerca de 80% del ingreso mensual de las personas de bajos recursos. Esa cifra, además, se ve atravesada por la aplicación de impuestos, derechos de importación y tarifas agregadas que, en suma, agregan 7% al valor final de teléfono.
Según la proyección de la Comisión de Banda Ancha de la ONU, para asegurar una conexión estable, una persona debe pagar cerca de 660 megabytes mensuales. Entonces, a la cuenta del costo del teléfono inteligente, hay que añadirle un gasto de 1% del total de los ingresos de las personas en condiciones de pobreza para la compra de un plan de datos mensual con esa capacidad.
Frente a este panorama David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, dijo que “muy a menudo, los países de ingreso bajo están en desventaja debido a la falta de instituciones, de autonomía para la toma de decisiones y de recursos financieros”. Según el directivo, esto es un obstáculo para la implementación eficaz y la operación eficiente de los sistemas de datos y los marcos de gestión.
Por esto, Malpass alertó sobre la necesidad de cooperación internacional para armonizar las regulaciones y coordinar las políticas, de modo que se pueda utilizar el valor de los datos en beneficio de todos, para contribuir a una recuperación ecológica, social, económica y cultural resiliente e inclusiva.
Finalmente, el Banco Mundial advirtió que el costo de la inacción en este tema conducirá a la pérdida de oportunidades y la desigualdad.
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