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El país tendrá elecciones federales anticipadas y encuestas muestran casi empate entre las dos fuerzas políticas más importantes
El manejo dado a la pandemia se ha convertido en un factor determinante en los resultados de las elecciones, especialmente cuando quienes han gobernado en medio de la crisis buscan su reelección.
Ejemplo de ello fue la derrota de Trump en Estados Unidos, sustentada en buena parte en la reacción tardía y la subestimación del virus. Por esa misma actitud muchos anticipan la misma suerte para el presidente brasilero Jair Bolsonaro, quien en 2022 buscará su segundo mandato. Sin embargo, esto no quiere decir que quienes actuaron de manera más preventiva tengan asegurada su victoria.
El 20 de septiembre Canadá tendrá elecciones federales anticipadas. En ellas se definirá la continuidad del primer ministro Justin Trudeau, quien, en medio de una buena aceptación popular por su gestión frente a la crisis, pidió adelantar dos años los comicios y, de esta manera, buscar convertir esa aprobación en más escaños liberales dentro del Parlamento para obtener mayor gobernabilidad.
Es la tercera vez que Trudeau pone su nombre a disposición de los electores. La primera fue en 2015, cuando los liberales aseguraron el derecho a gobernar ganando 54% de la representación en Ottawa. La segunda, en 2019, fue mucho más apretada, y a pesar de perder el voto popular frente a los conservadores, su colectividad obtuvo más escaños que sus opositores, por lo que Trudeau se mantuvo en el poder, conformando un gobierno minoritario.
A diferencia de lo ocurrido con su padre, el ex primer ministro Pierre Trudeau, quien tras perder la amplia mayoría en el Parlamento en 1972 convocó a nuevas elecciones en 1974, y logró pasar de un gobierno minoritario a uno mayoritario; el actual mandatario podría incluso perder la opción de gobernar.
A pesar de que la mitad de los canadienses cree que su gobierno ha manejado bien la pandemia, y tan solo una cuarta parte piensa que lo ha hecho mal, las encuestas muestran casi un empate técnico entre las dos fuerzas políticas más importantes del país.
La medición hecha por CBC News al 7 de septiembre mostraba que la intención de voto a favor de los conservadores, liderados por Erin O'Toole, estaba en 33,5%, mientras que la de los liberales se ubicaba 31,2%. Lo que pareciera estar castigando al primer ministro es el llamado a elecciones justo en este momento, cuando la pandemia y la incertidumbre persisten.
Una encuesta realizada por Ipsos encontró que 58% de los encuestados cree que no se deberían celebrar dichos comicios. “El gobierno no fue derrotado. Esta fue una decisión que se tomó para tener una elección, y como resultado de eso, parece que la gente no está contenta”, explicó Darrell Bricker, director ejecutivo de Ipsos Public Affairs.
A este descontento se suman otros factores que se han agudizado durante la pandemia, como el alto costo de vida, y en especial en los incrementos en los precios de la vivienda. Según la Asociación Canadiense de Bienes Raíces, el valor las viviendas en Canadá aumentó 26% en el último año, y en Toronto el costo promedio de un inmueble supera US$1 millón.
La propuesta de los conservadores contempla prohibir la venta de casas a extranjeros que no tengan entre sus planes vivir en el país. “La oferta de viviendas no está a la altura de nuestra creciente población y hay demasiados inversionistas extranjeros sentados en las propiedades”, dijo O'Toole.
Por su parte, Trudeau asegura que aumentará la oferta de inmuebles a partir de la construcción y remodelación de al menos 1,4 millones de casas. “Cualquiera que prometa que puede solucionar la crisis de la vivienda rápidamente no entiende la crisis o no tiene un plan real para hacerlo”, respondió el primer ministro.
Tras su victoria en 2015, y con apenas 44 años en ese entonces, Justin Trudeau emergió como una figura fresca y de recambio. En la esfera internacional se destacó como un líder carismático del G7 y por ser abanderado de temas ambientales y de inclusión. Los dos últimos años dicha figura se ha ido desvaneciendo.
La carta que se está jugando por buscar aumentar las mayorías en el parlamento podría terminar significando su ocaso, con todo y que hoy el país muestra uno de los mejores indicadores de vacunación y atención de la pandemia.
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