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El impacto de los aranceles de Trump a EE.UU.
Estados Unidos anunció un impuesto de 25% a todas las importaciones canadienses, lo que podría llevar a un recorte de hasta 1% del PIB del país de Trudeau
El regreso de Donald Trump al poder trajo de vuelta el proteccionismo al comercio norteamericano. El T-MEC (Usmca), un acuerdo promovido por su primera administración en 2018 tras la renegociación del Nafta y presentado como uno de sus grandes logros, ahora se ve amenazado por la imposición de nuevos aranceles de 25% a México y Canadá.
Una medida que, si bien fue anunciada poco después de su posesión, su entrada en vigor ha sido motivo de aplazamientos y contradicciones. Tras haberse anunciado su postergación para el dos de abril, pocas horas después el mismo Trump se mantuvo en que estas comenzarán a regir desde el próximo martes 4 de marzo, argumentando los niveles de drogas ingresando desde ambos países continúan altos, justificando así su medida como una represalia.
“Estados Unidos y Canadá no solo comparten la frontera más larga del mundo entre dos países, sino que ostentan un comercio bilateral diario que supera los US$2.500 millones”, explicó el Director de la Cámara Comercio Colombo Canadiense (CCCC), Juan Camilo Vargas, quien además advirtió la importancia de dicha relación para Colombia, toda vez que buena parte de los productos nacionales que llegan a Canadá, hacen tránsito por Estados Unidos, como es el caso de algunas flores, pescados, pasifloras y hierbas aromáticas.
“Dependiendo el producto y el tratamiento arancelario que se le a dichas exportaciones, los productos colombianos podrían sufrir un incremento drástico en el mercado canadiense”, concluyó.
Según el Departamento de Estadísticas de Canadá, el comercio bilateral alcanza los US$908.900 millones, de los cuales US$481.200 millones, es decir, 53%, corresponden a exportaciones canadienses hacia Estados Unidos. Lo que refuerza la advertencia de diversos analistas económicos sobre el aumento en el costo de vida para los estadounidenses en caso de imponerse dicha tarifa, lo cual terminaría afectando la promesa de mayor abordabilidad hecha por Trump.
"Si esto pasa, creo que podemos decir cómodamente que estamos hablando de una recesión en 2025", aseguró Jimmy Jean, economista jefe del Grupo Desjardins. Y es que, según un estudio de la Cámara de Comercio de Canadá, principal gremio empresarial del país, dicha medida podría costarle a la economía canadiense entre 0,9% y 1% de su PIB. Al mismo tiempo, otros estudios sugieren una pérdida real de unos US$2.000 en ingresos anuales per cápita a canadienses y estadounidenses.
Adicional al efecto inflacionario, una de las mayores vulnerabilidades de Trump es el mercado de valores, un indicador que ha utilizado para medir su éxito. De ahí que cualquier reacción negativa en este sentido podría hacer que el presidente reconsidere dicha medida. "No es sorpresa que Canadá y México recibieran una extensión de 30 días para el arancel de 25% poco después de que el mercado de valores reaccionara negativamente a la noticia", dijo Benjamin Tal, subjefe de Economía del CIBC World Markets Inc.
Otro anuncio que muestra una nueva contradicción del mandatario estadounidense tiene que ver con el suministro de petróleo canadiense, sobre el cual se implementaría una tarifa de 10% a partir del 4 de marzo. Pese a que hace un mes Trump aseguró que no lo necesitan, a comienzos de semana se mostró a favor de que se construya el oleoducto Keystone XL, destinado a transportar petróleo desde Alberta, en Canadá, hacia Nebraska. “La empresa que está construyendo el oleoducto Keystone XL, que fue brutalmente desechada por la incompetente administración de Biden, debería regresar a Estados Unidos y construirlo, ¡Ahora!”, escribió en redes sociales.
El proyecto multimillonario, que contemplaba una extensión de 1.931 kilómetros, fue cancelado por temas ambientales durante la administración Obama y revivido en la primera administración de Trump, para luego ser suspendido nuevamente por Biden. De ahí que la empresa a cargo del proyecto haya señalado que no está interesada en revivirlo.
A estos aspectos se suma el contexto político de Canadá. Con la reanudación de actividades del Parlamento de Ottawa en marzo, se hará efectiva la renuncia del primer ministro Trudeau, con quien claramente las relaciones con Trump están lejos de ser las mejores. Ello supondrá un cambio de líder liberal y, por ende, de primer ministro. Un punto que también estaría teniendo en cuenta la Casa Blanca, pues si bien en principio el sucesor de Trudeau será de su partido, su mandato podría ser muy corto, toda vez que a más tardar en otoño se debe convocar a una nueva elección general, donde se anticipa que habría un giro hacia los conservadores, quienes tienen mayores puntos de encuentro con la administración republicana. Luego las tarifas podrían estar siendo usadas como una forma de influir en el mapa político canadiense.
A diferencia de lo ocurrido con México hace ocho años, cuando, a la par con las medidas comerciales, la propuesta reina era construir un muro para frenar la migración ilegal, el discurso político de Trump hacia Canadá se ha enfocado en argumentar que, dada la dependencia económica, el país debería convertirse en el Estado número 51, de modo que no se vea afectado por las medidas proteccionistas. Al margen de la nula viabilidad de ese escenario, dicha narrativa ha venido subiendo de tono, llamando al primer ministro canadiense ‘gobernador’, y generando la respuesta de ‘Canadá no está en venta’.
Por cuenta de este pulso político, con más audiencia que fundamento, la final de la copa ‘Four Nations’ de hockey disputada entre ambos países en Boston, pocos días atrás, se vivió con mayor rivalidad. Tras la victoria canadiense, el primer ministro Justin Trudeau escribió: “No pueden tomar nuestro país, y no pueden tomar nuestro juego”. Ello, en respuesta a un mensaje previo emitido por Trump en el que decía que estaría viendo la final esa noche: “Si el gobernador Trudeau desea unirse a nosotros, será bienvenido”, escribió el mandatario estadounidense.
La rivalidad ha generado un nacionalismo tan marcado que, al tiempo que se han desarrollado campañas de ‘compra canadiense’, esta semana el diputado de centro izquierda, Charlie Angus, promovió una petición electrónica para que se le retire la ciudadanía canadiense a Elon Musk, concedida por ser hijo de madre canadiense. Su solicitud, que ya suma más de 250.000 firmas, surgió como protesta al apoyo que Musk ha dado a la administración Trump, de la cual lidera el Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Más allá de este cruce de mensajes e iniciativas poco viables, como la inclusión de Canadá a Estados Unidos o el retiro de la ciudadanía a uno de los hombres más ricos del planeta, lo cierto es que el comercio binacional está en vilo por cuenta de la tensión política y comercial que se vive entre dos vecinos miembros del G7.
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