Canadá elige al primer ministro que enfrentará la guerra comercial de Donald Trump

Las elecciones federales de hoy en Canadá se desarrollan en un contexto excepcional, marcado por tres ‘P’ que definen el clima político en el país: polarización, proteccionismo y patriotismo.

En el ámbito interno, la campaña estuvo dominada por la polarización, evidenciada en una reñida contienda entre liberales, hoy en el poder bajo el liderazgo de Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá y quien asumió la jefatura del partido y del país hace apenas 46 días tras la renuncia de Justin Trudeau, y los conservadores, liderados por Pierre Poilievre, quien con 45 años se ha consolidado como la principal figura de oposición tras casi una década de gobierno liberal.

A esta tensión política doméstica, reflejada en las encuestas, donde la intención de voto por los liberales es de 42,9% y por los conservadores del 39,3%, se sumó un factor externo que ha intensificado la presión electoral, el retorno del proteccionismo de Donald Trump a la Casa Blanca.

A solo dos días de cumplir sus primeros 100 días en el poder, el presidente estadounidense ha puesto a Canadá en la mira de su política tarifaria. En tiempo récord, impuso aranceles de 25% sobre el acero, aluminio, vehículos y autopartes canadienses, y a todos los productos no incluidos en el T-MEC, acuerdo firmado entre México, EE.UU. y Canadá. Además, ha anunciado su intención de extender estas medidas a otros productos, dejando en vilo el comercio bilateral que mueve a diario US$3.600 millones entre sus fronteras.

Propuestas aranceles de trump

Más allá de que la negociación con Estados Unidos se presente como la salida más viable y segura, lo cierto es que el rumbo de estas dependerá en buena medida del resultado en las urnas. Aunque tanto Carney como Poilievre coinciden en la necesidad de responder con firmeza al proteccionismo estadounidense, y al mismo tiempo, parten del diálogo y la renegociación de acuerdos como premisa, difieren en la estrategia, en lo que estarían dispuestos a ceder y en cómo son vistos por su contraparte.

Por cuenta de sus posiciones en pro de la mayor actividad petrolera y minera, su postura más férrea frente a la seguridad, y por su lema ‘Canada First’, igual al slogan usado por Trump en su última campaña, ‘America Fisrt’; desde un comienzo Pierre Poilievre ha sido asociado con al hoy presidente estadounidense. Ello, le supuso un aumento de popularidad importante que hasta hace unos pocos meses lo ponía en el partidor como el gran favorito para convertirse en el próximo primer ministro de Canadá. Paradójicamente el panorama cambió cuando Trump declaró la guerra comercial contra su vecino y comenzó a promover la idea de convertir a Canadá en parte de Estados Unidos.

Dicha ‘cercanía ideológica’ supuso un cambio en la posición de privilegio que tenían los conservadores, ganada gracias al bajo desempeño económico y social del país en los últimos años de gobierno liberal, evidenciado por un aumento desmedido de más de 100% en los precios de la vivienda desde que llegaron al poder, un menor acceso a servicios médicos, y un mayor costo de vida. Sin embargo, ahora, ante la amenaza externa, ello luce como males menores frente al reto de enfrentar la crisis con su vecino y socio natural. De ahí que más que un primer ministro, Canadá busca al gran negociador del cese de la guerra comercial, anteponiendo el interés de los canadienses. Así, la baraja política volvió a ser repartida y los liberales lograron recuperar el terreno perdido envistiendo a Carney como su líder.

Tras asumir como primer ministro, el ex gobernador del Banco de Canadá y de Inglaterra, aseguró que devolvería ‘dólar por dólar’ cada tarifa impuesta por Estados Unidos, lo cual se viene aplicando en el caso de los vehículos y autopartes estadounidenses. Por su parte, Poilievre ha mantenido siempre una posición menos reaccionaria, mostrándose a favor de una imposición de aranceles ‘selectivos y recíprocos’ sobre productos estadounidenses, pero solo para aquellos que generen el menor impacto inflacionario posible.

Sobre este punto, Carney ha dado un paso hacia atrás acercándose a la postura conservadora. ”Ya nos hemos alejado de los aranceles dólar por dólar. El principio de nuestros contraaranceles era tener el máximo impacto en Estados Unidos y el mínimo impacto aquí”, declaró durante uno de los debates. Hasta la fecha, Canadá ha impuesto aranceles de 25% a aproximadamente US$43.000 millones de importaciones estadounidenses, y tarifas de hasta 25% a los vehículos fabricados en Estados Unidos, sin embargo, en la última semana Carney autorizó exenciones para los fabricantes de automóviles de Detroit.

Mientras los liberales han centrado su campaña en el efecto Trump, los conservadores han tratado de darle mayor protagonismo al efecto Trudeau. “No dejaré de hablar de estos problemas que anteceden a Donald Trump y que sobrevivirán a él si no los solucionamos. Estaré presente todos los días exponiendo mi plan para proteger a Canadá de los aranceles estadounidenses, pero también hablaré sin complejos de mi plan para construir más viviendas, ayudar a la gente a dejar las drogas y a recuperarse, sanear el presupuesto y controlar la inflación”, afirmó Poilievre.

Dentro de esas medidas para proteger a Canadá el líder conservador ha revelado sus cartas. La primera, es buscar la renegociación anticipada del T-MEC, acuerdo que reemplazó al antiguo Nafta, prevista para el 2026. “¿Por qué esperar? ¿Por qué no hacerlo ya? ¿Por qué no acabar con la incertidumbre que paraliza a ambos lados de la frontera?”, dijo Poilievre.

Para lograr un nuevo acuerdo, los conservadores han señalado que estarían dispuestos a aceptar algunas de las exigencias de Trump, como aumentar el gasto en defensa hasta alcanzar 2% del PIB, en línea con los compromisos de la Otan, algo con lo que no coincide la corriente liberal, que si bien ha accedido a tener un mayor control fronterizo, no se ha mostrado a favor de llevar el financiamiento militar a los niveles planteados por el presidente estadounidense.

De otra parte, los conservadores han prometido construir una ‘fortaleza económica’ mediante el desarrollo del sector petrolero y gasífero, incluyendo nuevos oleoductos para reducir la dependencia del mercado estadounidense. A esta idea, se han acercado los liberales, quienes ahora con Carney parecen haber migrado más al centro. En los últimos días el primer ministro expresó su disposición a revisar la política energética del país, y se mostró abierto a la construcción de un oleoducto de este a oeste, con el objetivo de diversificar los destinos de exportación y reducir la dependencia de Estados Unidos. Además, como una de sus primeras acciones como primer ministro, eliminó el polémico impuesto al carbono, implementado durante el gobierno de Trudeau, cuya recaudación se destinaba a programas de reducción de emisiones.