Banco de España alerta que el precio de los alimentos subirá de media 12,2% este año

Pese al repunte de la inflación en los meses de enero y febrero, el Banco de España confía en que se reanude el proceso de desaceleración del IPC general que se inició el verano pasado y sitúa la tasa media de inflación este año en 3,7% este año, 1,2 puntos menos que en el informe de diciembre, fruto tanto de la progresiva relajación de los precios energéticos como del efecto escalón respecto a las fuertes subidas que se registraron el año pasado.

Lo que a priori es una buena noticia se ve empañada por las previsiones de inflación subyacente y del precio de los alimentos, que según ha advertido este miércoles el Banco de España, seguirán dando sobresaltos en los próximos meses "dado que la transmisión de los aumentos pasados de costes a los precios finales de los bienes y servicios de consumo está sometida a ciertos desfases".

En otras palabras, las empresas aún no han terminado de repercutir los abruptos incrementos de costes a sus precios de venta, lo que augura un mayor encarecimiento de la cesta de la compra alimentaria.

De hecho, el Banco de España prevé que la inflación media de los alimentos rondará 12,2% este año, muy por encima de 7,8% que preveía en diciembre. Y ello a pesar de la rebaja del IVA aprobada por el Gobierno para algunos alimentos básicos y que entró en vigor en enero pasado.

¿Significa esto que esa bajada no se ha trasladado a los precios? No necesariamente. De hecho, el supervisor calcula que esa medida habría contribuido a reducir en 0,2 puntos la inflación general en enero, lo que "sería coherente con una traslación de la rebaja impositiva a los precios de consumo de aproximadamente el 90%.

El Banco de España considera que el impacto de los alimentos sobre la inflación general es muy similar en toda el área del euro, pero en España se deja sentir con mayor intensidad por el mayor peso que los productos alimentarios tienen en la cesta de la compra. Mientras que en la zona euro su peso promedio es de 20,9%, en España ese porcentaje asciende a 25,1%.

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Revisión al alza del PIB
Respecto a la actividad económica, la inercia de 2022, que concluyó con un crecimiento de 5,5%, y una actividad económica más resiliente de lo esperado permitirán que el arranque de este año sea más positivo de lo que se preveía hace unos meses, lo que redundará también en unas mayores tasas de crecimiento para el conjunto del año.

El Banco de España, que ya había anticipado semanas atrás que revisaría al alza sus previsiones de PIB para este año tras los ajustes realizados por el INE en los datos de 2022, ha plasmado este miércoles en blanco sobre negro esa mejoría.

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La institución que gobierna Pablo Hernández de Cos ha elevado en tres décimas su pronóstico de PIB para 2023, hasta 1,6%, y avanza un crecimiento de 0,3% en el primer trimestre del año, acelerando así respecto al 0,2% registrado en el último cuarto de 2022.

Los vaticinos del Banco de España están en línea con los de otros organismos económicos nacionales e internacionales, como el panel de Funcas, cuyo consenso de expertos apuesta por un crecimiento de 1,5% este año, dos décimas más que en su informe anterior, o la Ocde, que recientemente revisó al alza, hasta 1,7%, sus proyecciones para España en este ejercicio.

Pese a esta tanda de revisiones positivas, la inmensa mayoría de los expertos augura un crecimiento muy inferior al que defiende el Gobierno, que mantiene una proyección de 2,1%. Todo ello en un contexto en el que si bien las perspectivas han mejorado respecto a los sombríos pronósticos de meses atrás, la actividad económica apunta a un fuerte frenazo este año respecto al pasado (1,6% vs. 5,5%), ante un horizonte que sigue plagado de incertidumbres.

De un lado, los riesgos ya conocidos, como el impacto de la guerra en Ucrania; la persistencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro, aunque gradualmente se van desatascando, y las presiones inflacionistas, que se dejan notar sobre todo en el IPC subyacente y en los precios de los alimentos, que muestran una mayor resistencia a bajar.

Y de otro, la aparición de nuevas amenazas, entre las que sobresalen las turbulencias financieras. El Banco de España señala que "existe una considerable incertidumbre en cuanto a la magnitud y persistencia de estas tensiones", pero advierte de que "parece probable que dichas tensiones puedan ejercer un cierto efecto adverso sobre el desarrollo de la actividad económica en los próximos trimestres".

Junto a estos viejos y nuevos riesgos, el supervisor alerta de "señales de debilidad" en el consumo de los hogares, "lastrado por la pérdida de poder adquisitivo y por el tensionamiento de las condiciones financieras que se han venido acumulando en los últimos trimestres", aunque de momento estos signos de declive no se reflejan en igual medida en el mercado laboral, que sigue mostrándose más resilientes de lo previsto.

Como consecuencia del encarecimiento de la financiación, el Banco de España ha recortado sus previsiones de PIB para 2024, hasta 2,4% frente a 2,7% del informe anterior. El mercado de trabajo no será inmune al enfriamiento de la actividad económica respecto al año pasado. De hecho, el empleo en horas trabajadas apenas crecerá 0,9% en 2023 en contraste con el alza de 4,1% registrada el año pasado.

Aun así, su comportamiento será mejor del que se preveía meses atrás (+0,5%), mientras que la tasa de paro se reducirá tibiamente, a 12,7% frente a 12,9% de 2022, aunque en el 2025 seguirá todavía en el entorno de 12%. Las previsiones de déficit público se sitúan en 4,1% para este año, cinco décimas menos que en 2022, y en 3,5% para el que viene, reducción que, sin embargo, se verá truncada en 2025, año en el que el Banco de España pronostica un repunte del desfase entre ingresos y gastos hasta 4,4% del PIB.