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Según el último Borrador Económico del Banco de La República, 59% de los hogares urbanos registra al menos un crédito, mientras que la cifra en los lugares rurales es de 49%. Por su parte, 71% de estos hogares tienen créditos con entidades formales y un 40% con informales. En el caso de los hogares urbanos, la cifra registrada es de 79% en créditos formales, 8 puntos más que en zonas rurales, y en el sector informal es de 30%, cifra que es 10 puntos menor que en las zonas rurales.
Los créditos formales e informales coexisten en la mayoría de hogares colombianos, es decir, que una familia puede tener un crédito de cada uno de estos sectores. Esta última modalidad ha ido creciendo en el país por varias razones, entre ellas, que las entidades financieras exigen ciertos requisitos y gran cantidad de papeleo, también por el temor de no poder pagar el crédito en los tiempos estipulados, sin olvidar el alto costo de las tasa de interés. Así las cosas, en las zonas rurales se ve una clara tendencia hacia el crédito informal, mientras que en las ciudades hay algo más de presencia de los préstamos formales.
Es importante resaltar que 43% de los créditos en hogares rurales son destinados en inversiones agrícolas, pecuarias y estructuras de las fincas, mientras que el mayor porcentaje en los hogares urbanos (31%) son destinados a la compra de muebles y electrodomésticos, entre otros.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que entre mayor sea el jefe del hogar, menor será el crédito. En los hogares urbanos la probabilidad de tener un crédito aumenta hasta los 34 años y en los hogares rurales a los 35 años. Luego de estas edades, la posibilidad disminuye.
Con respecto al empleo, en las zonas urbanas se registra que los trabajadores independientes tienen 4% de probabilidad de tener crédito y los jefes, 12%; mientras que el porcentaje de los asalariados es más bajo. En las zonas rurales, pasa algo similar: los jefes de hogar que trabajan en sus tierras tienen mayor posibilidad de tener un crédito.
En cuanto al nivel educativo, es evidente que la probabilidad de tener un crédito en los hogares urbanos es mayor si el nivel de educación también lo es, mientras que en el caso de los hogares rurales, por ejemplo crédito por parte de tenderos, disminuyen. El estudio muestra que si el nivel educativo del jefe del hogar es mayor, disminuye la probabilidad de tener el crédito.
Otman Gordillo, director de estudios económicos de Adcapo, comentó que “las masificación del sistema financiero en las zonas rurales del país ha aumentado, pero aún falta. Esto está directamente relacionado con la inclusión financiera de Colombia”. Gordillo añadió que “ las personas con un flujo constante de ingresos tienen mayor probabilidad de tener créditos formales o informales”.
En conclusión, la probabilidad de tener un crédito en las zonas urbanas aumenta en instituciones financieras y entidades bancarias por ser hombre, estar casado o separado, y ser más educado, en el sector informal la probabilidad disminuye con los años de educación. En el caso de los hogares rurales, estar casado aumenta la probabilidad de tener créditos formales, mientras que estar divorciado la disminuye. En ambos sectores se evidencia que la probabilidad de tener un préstamo formal aumenta dependiendo los ingresos del hogar.
El tipo de contrato también influye
Queda registrado que los contratos a término indefinido están relacionados con estabilidad laboral, lo que es clave al momento de solicitar un crédito, tanto en el sistema formal, como en el informal. Los jefes de hogares urbanos con contrato a término fijo son 8% menos probables a tener un crédito que los que tienen contrato a término indefinido. Caso similar pasa en las zonas rurales, si los jefes de hogar tienen algún contrato laboral son un 9% más de probables de tener un crédito que aquellos que no tienen contrato.
La opinión
Otman Gordillo
Director de estudios económicos de Adcap
”La falta de conocimiento de los productos financieros es una de las barreras que tienen los hogares de las zonas rurales”.
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