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Si usted es de los que creen que tienen libertad para elegir, tal vez deba pensarlo dos veces.
Recientes acontecimientos nos obligan a reflexionar. Para empezar, la multa esta semana de US$2.600 millones al banco Credit Suisse por actividades defraudadoras en Estados Unidos. Una cantidad impresionante, largamente negociada con las autoridades americanas. ¿Se debe negociar con los delitos?
En el informe del Senado “Offshore tax evasion” no parecen arrepentidos y menos dispuestos a facilitar las listas de defraudadores. Ya en 2008 otro banco, el mayor de Suiza, Unión de Bancos Suizos había pagado una multa de US$780 millones por la misma razón. Existen consideraciones morales, éticas y jurídicas en estas conductas pero hay además una vertiente financiera muy clara: ¿Quién se hará cargo y cómo se sustituirán los impuestos no cobrados de los defraudadores no descubiertos? ¿Qué sectores de la sociedad se perjudicarán, qué obras no se ejecutarán porque no alcanza el dinero? Lógicamente esto es aplicable a cualquier país del mundo donde se produce defraudación.
En estos días de elecciones al Parlamento Europeo en toda Europa (y presidenciales en Colombia) hemos tenido oportunidades de saber muchas cosas. ¿Qué hacen 30.000 lobistas en Bruselas cuando hay 33.000 funcionarios en la Unión Europea? ¿Defenderán nuestros problemas o más bien los intereses de los poderosos que pueden pagarles?
Pocos dudan a día de hoy del fracaso de la Unión Europea para hacer frente a los graves problemas financieros planteados en los últimos años, tanto en el ámbito del euro como en la supervisión bancaria. El escándalo de la manipulación del libor en 2012 por los grandes bancos fue grave. Las ayudas a la misma banca que había creado los problemas, también lo fue. Pero hay otro más grave ¿Por qué se ha permitido durante años -y se permite- que los bancos tomen dinero a casi 0% de interés en el Banco Central Europeo y lo inviertan no en préstamos a las empresas sino en deuda pública ganando un gran diferencial? Los intereses de la deuda pública los pagan los contribuyentes por lo que se produce una transferencia de dinero de los ciudadanos hacia los bolsillos de la banca y además se alarga el periodo de crisis empresarial -y de desempleo- por la ausencia de fondos prestables.
¿Sigue pensando que tenemos libertad para elegir? Tenemos libertad para votar, pero qué se haga después con nuestros votos escapa a nuestra decisión porque los intereses financieros en juego son mucho más importantes que nuestros votos.
Los recientes estudios sobre el comportamiento del cerebro y el neuromarketing alertan de nuestra manipulación como consumidores. El excelente libro “Buyology, verdades y mentiras de por qué compramos” de Martin Lindstrom es sencillamente impresionante en su descripción de cómo somos manipulados en todos los ámbitos de nuestra vida moderna.
Milton Friedman, premio Nobel de Economía, y su esposa Rose, profesores de la Universidad de Chicago, publicaron a finales de los setenta un libro lleno de ideas, descripciones y sugerencias. Se tituló “Libertad para elegir” (Free to choose). Fue tan importante su impacto que dio origen a una serie televisiva de 10 programas semanales de economía. Algo inaudito: la economía convertida en estrella televisiva. Se pueden ver todos los capítulos en “Youtube”. Uno puede estar más o menos de acuerdo con sus ideas sobre el poder del mercado, el capitalismo, la seguridad social, la inflación….pero el libro y la serie de televisión ofrecen una conclusión importante: solo conociendo los acontecimientos podemos tener la posibilidad de influir sobre ellos. El primer paso es la batalla permanente de la formación económica y financiera a los ciudadanos y el siguiente es que, convencidos, ejerzan su libertad y elijan a quienes realmente puedan cambiar las cosas.
Si nos roban nuestro voto, al menos que sepamos quién y cómo, para poder contrarrestarlo con eficacia.