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Su aceptación se dio en medio de críticas, tanto a ese proceso como a la misma comisión de la que hará parte, por considerar que “Tantas comisiones confunden, se superponen, pueden generar contradicciones”.
Sin embargo, dijo que prefiere estar haciendo ese tipo de críticas en el seno de esa comisión que atrincherada en un twitter. Sobre los motivos que la llevaron a darle el sí a la propuesta presidencial, Marta Lucía Ramírez habló con Colprensa, desde Nueva York, donde la sorprendió la alocución presidencial de la noche del martes.
Sorprendió la invitación que le hizo el presidente Juan Manuel Santos para que usted integre la nueva Comisión de Paz, siendo férrea opositora a buena parte del proceso de paz, ¿por qué decidió aceptar esa invitación?
Desde agosto del año pasado el presidente Santos me invitó a una reunión para pedirme que hiciera parte de esa comisión. Como saben, he tenido escepticismo frente al proceso de La Habana, porque considero que el Gobierno ha debido ponerle condiciones humanitarias a esta negociación, como las que repetí en mi campaña, pero en la medida que el Gobierno nunca exigió estas condiciones, no acepté esa invitación. ¿Por qué acepté ahora? Considero que esta negociación está avanzando demasiado rápido y a favor de las Farc, hasta ahora no se ven compromisos concretos por parte de las Farc, así que prefiero estar dentro de esa comisión, hacer las críticas constructivas, hacer propuestas desde adentro y no desde afuera con un tweet.
Tras su aceptación, ¿cómo funcionará una comisión con algunos de los más acérrimos críticos del proceso?
Creo que esa comisión va a ser bastante 'sui generis', como señalé en una carta al Presidente. Y también me parece inconveniente tanta 'comisionitis'; hay comisiones para los mismos temas, por un lado la Comisión Asesora, por otro lado la Comisión Nacional de Paz y ahora una nueva Comisión Asesora, esto genera el riesgo de que se superpongan, que se den mensajes contradictorios y que se confunda más a la opinión. Pero el presidente ha insistido en formarla y, de alguna manera, habrá que ajustarse a eso. Lo importante es entender que no pretendo participar en un colectivo de consensos, dejo clarísimo que voy a tener diferencias, como las que he expresado todo el tiempo. No va a ser una comisión de consensos, se le van a plantear al Gobierno con franqueza y firmeza, pero también de manera constructiva, recomendaciones, objeciones y sugerencias.
Se puede pensar que esta comisión materializa el planteamiento de Koffi Annan, cuando pidió que toda la sociedad se vincule al Proceso de Paz...
Más que eso, pienso en dos cosas. Primera, espero que el presidente de verdad quiera oír opiniones distintas, contrarias a las de él y si en buena fe los negociadores se van a sentar a escuchar esos planteamientos creo que estaremos contribuyendo al país, sobre todo para que se ajusten las partes de esta negociación, pues siento que las Farc han ganado más que el país. Segunda, creo que lo importante es que Santos no solo tenga la disposición de oír las recomendaciones, sino sobre todo la de reunir esta comisión periódicamente; lo que me ofreció el Gobierno es que nos van a contar siempre sobre las negociaciones que se hagan en La Habana, antes de que partan los negociadores a cada ciclo y cuando regresen. Espero que no sea una Comisión solo para el día de la foto, lo que sería una burla al país. Realmente creo que el Gobierno está poniendo en esta negociación un buldócer y ante eso hay dos opciones: se queda uno al frente esperando a que este buldócer lo embista o se monta y busca cómo cambiarle la dirección para que le convenga a Colombia.
Un peligro que se ve de esta comisión es que va a trabajar en época electoral y dentro va a haber gente con intereses electorales enfrentados. ¿Ve ese mismo riesgo?
Sí. Tengo la convicción de que es inconveniente la simultaneidad de la agenda política y de una agenda tan trascendente como la terminación del conflicto armado. Quienes conformamos esta comisión sabemos que tendremos que hacer grandes sacrificios de tiempo, con dedicación y trabajo; en mi caso estoy dispuesta a hacerlo.
Sobre el anuncio de frenar los bombardeos aéreos por un mes, si ya estuviera trabajando dentro de esa comisión, ¿qué les diría al presidente y a los negociadores qué le pidieran a cambio a las Farc?
Me parece que esta decisión de un cese bilateral es muy prematura, porque las Farc no han hecho ninguna contribución al Gobierno ni a la sociedad. Un cese unilateral a las hostilidades por dos meses no es una gran concesión. Pediría que nos devolvieran a todos los niños que han reclutado, esa sí sería una voluntad verdadera de paz, empezando por los que han unido a sus filas durante los últimos cinco años, durante el gobierno Santos, que se calcula son unos 500. También pediría que desminen activamente, porque el primer informe que nos enviaron habla de una comisión técnica, conformada por miembros de las Farc y del Ejército, así pareciera que están subiendo a la categoría de ONG; uno lo que quisiera es verlos haciendo físicamente el desminado a ellos.
Usted, que estuvo al frente del Ministerio de Defensa, ¿qué cree que pueden estar pensando los soldados en este nuevo escenario?
Es una decisión que confunde a los soldados, porque ellos están obligados constitucionalmente a combatir a cualquier grupo armado ilegal que exista en el país, y además es contradictoria, pues a los militares les dan una orden de que hay que atacar cada tanto y ahora les dicen que hay que bajar el rigor de los ataques, eso es poner a las Fuerzas Militares en una situación muy difícil, sin que les expliquen cómo van a distinguir en el teatro de operaciones quién es de las Farc, quién del ELN, quién de otros grupos ilegales.
Los últimos golpes a grupos armados ilegales han sido por tierra, no ha habido tantos por medios aéreos. En esa situación, ¿no cree que suspender los bombardeos un mes no es menos que pertinente con la realidad del país?
No. La principal ventaja estratégica militar es la aérea que han desarrollado las FF.MM. durante estos últimos años, desde el Plan Colombia y la Seguridad Democrática; esa ventaja estratégica, en algunos casos se traduce en operaciones diarias terrestres y en otros casos es un disuasivo en esta guerra de movimientos. Justamente porque la Fuerza Aérea intimida, es imposible la movilización masiva de guerrilleros por tierra. Me parece que el disuasivo debe mantenerse, porque es la amenaza que les dice: ‘donde ustedes vuelvan a montar grupos grandes, a atacar una población o una base militar, sepan que inmediatamente vamos a caerles con la fuerza aérea’, pero si vamos a durar un mes sin estos trabajos aéreos, perderemos una ventaja estratégica.
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