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Presidente ejecutivo de CAF, Sergio Díaz-Granados
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El presidente de Caf, destacó que los últimos cuatro años Colombia recibió aprobaciones por más de US$8.000 millones y tiene un potencial en el canje de deuda por naturaleza
Uno de los anfitriones de la Cumbre Celac-EU es el presidente ejecutivo de CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, Sergio Díaz-Granados, su apuesta para el evento en Santa Marta, está en las metas de financiamiento sostenible. La entidad, que los últimos cuatro años ha destinado más de US$8.000 millones para Colombia, ahora se perfila como un banco verde para la región, que entre otras cosas quiere seguir promoviendo el canje de deuda por naturaleza.
Por eso mismo, Díaz-Granados celebró que superaron la meta de que más de 40% de las aprobaciones de la entidad fueron verdes, y solo con proyectos aprobados el año pasado se permitirá que más de 4 millones de personas tengan una mejor conexión al agua potable y al saneamiento en la región.
Cada país tiene sus propias particularidades. No podemos poner el mismo sombrero en todas las cabezas; hay que pensar en medidas personalizadas para cada país. Dicho esto, para implementar canjes de deuda por naturaleza, los países necesitan una combinación de voluntad política, capacidades técnicas y alianzas estratégicas.
En el caso de Colombia, está el valor agregado de ser una de las naciones más megadiversas del mundo, con ecosistemas estratégicos como la Sierra Nevada de Santa Marta y la Amazonía. Además, el país tiene una trayectoria en la emisión de bonos verdes y en la promoción de agendas climáticas, pero necesario fortalecer los marcos regulatorios para integrar estos mecanismos en la planificación fiscal, así como priorizar proyectos que vinculen la conservación con el desarrollo rural y comunitario.
Cuando asumimos el compromiso de convertirnos en el banco verde de América Latina y el Caribe nos fijamos la meta de que a 2026, al menos 40% de nuestro financiamiento fuera verde, es decir, que estuviese destinado a incrementar la resiliencia climática, lograr un crecimiento bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y fortalecer la conservación de los ecosistemas naturales y la biodiversidad. Esa meta ya la rebasamos en 2024, donde 41% de nuestras aprobaciones fueron verdes. Nos comprometimos en 2022 a destinar, antes de 2026, US$1.250 millones para financiar proyectos que contribuyan a preservar, dinamizar e impulsar los ecosistemas marinos y costeros de América Latina y el Caribe. Y a inicios de este año ya superamos dicha meta, y ahora nos propusimos duplicarla para 2030.
Este financiamiento aprobado por CAF se traduce en cambios fundamentales para la vida de millones de latinoamericanos y caribeños. Por ejemplo, los proyectos aprobados en 2024 por CAF permitirán que más de 4 millones de personas tengan una mejor conexión al agua potable y al saneamiento, la instalación o rehabilitación de 1.472 km de líneas de transmisión y distribución, o que 3 millones se beneficien de una mejor gestión y uso sostenible del medio ambiente, entre otros muchos impactos.
CAF ha aprobado más de US$8.000 millones para Colombia en los últimos cuatro años, en una muestra del compromiso con acompañar al país en su desarrollo. Nuestra agenda combina financiamiento, conocimiento y cooperación técnica para impulsar transformaciones en cuatro frentes: sostenibilidad, productividad, equidad e institucionalidad.
Por ejemplo, aprobamos US$80 millones para implementar mejoras en la infraestructura del sector educativo, en los niveles de preescolar, básica, media y superior, en los territorios y poblaciones priorizados por el Gobierno Nacional. A nivel del sector privado, dispusimos una línea de crédito de US$50 millones para Bbva en Colombia para iniciativas de preservación de la biodiversidad. Y también aprobamos un financiamiento de US$240 millones a Aerocivil para modernizar la infraestructura de navegación aérea y servicios aeroportuarios en regiones prioritarias.
En el medio plazo, las dos grandes agendas en las que Colombia tiene que avanzar es en reducir la informalidad y elevar la productividad. En el caso de la informalidad, es importante trabajar en reformas laborales, en reformas que mejoren la calidad de la educación y en reformas que impulsen la construcción de vivienda, según informes de CAF para cerrar desigualdades en América Latina y el Caribe. Adicionalmente, se necesitan reformas que permitan aumentar los flujos de inversión de capital privado para aumentar la productividad en el mediano plazo.
“La sustitución de la deuda por naturaleza es un concepto que hasta hace pocos años era idílico, pero hay varios países que dieron ese impacto millonario”.
Colombia empezó 2025 mostrando signos claros de recuperación. La economía vuelve a moverse: el consumo mejora, el empleo formal crece, los ingresos reales se fortalecen y la inflación empieza a ceder poco a poco hacia su rango objetivo. Por supuesto, existen desbalances que deben corregirse, como la consolidación fiscal, la informalidad y hacer frente a la inseguridad.
Desde CAF vemos esos retos como oportunidades. Oportunidades para fortalecer la gestión pública, acelerar la transformación productiva, y avanzar hacia un crecimiento más equilibrado e inclusivo entre regiones y sectores, e impulsar reformas que estimulen la inversión.
Colombia sigue teniendo un sistema financiero estable, una base exportadora diversificada, instituciones técnicas reconocidas y, sobre todo, una gran capacidad de diálogo. Eso le da al país una posición única para consolidar su recuperación y proyectarse hacia un desarrollo sostenible y sostenido.
Desde CAF, vemos a Colombia con optimismo. Creemos en su potencial y en su capacidad de convertir los desafíos en una nueva etapa de crecimiento inclusivo y sostenible en el tiempo.
En Colombia, nuestras operaciones tienen el propósito de impulsar el desarrollo rural, promover la transformación productiva, acelerar la equidad y fortalecer la institucionalidad.
Ese enfoque se refleja en cada operación. En salud mental, por ejemplo, aprobamos un programa de US$150 millones para financiar una red nacional que beneficiará a 3,5 millones de personas, ampliando la cobertura con infraestructura y priorizando la atención en zonas rurales y poblaciones vulnerables. En educación, recursos de US$80 millones permitirán rehabilitar 736 sedes escolares y construir dos universidades, con diseños sostenibles y un modelo de acceso equitativo para niñas, jóvenes y comunidades étnicas.
Otro ejemplo lo tenemos en infraestructura aérea, con un préstamo de US$300 millones para modernizar el lado tierra del aeropuerto de Tolú, ampliar la pista de Santa Marta y poner en marcha la Torre Digital en Bahía Solano. Todo esto fortalecerá la conectividad territorial.
El hecho de que se esté dando esta reunión en un contexto geopolítico cada vez más polarizado, es algo que debe valorarse, ya que se están consolidando espacios de coordinación y voluntad política para promover una mayor integración entre ambas regiones.
Entre los temas más importantes para impulsar esta relación birregional está la ratificación e implementación del acuerdo UE-Mercosur, y también armonizar los acuerdos comerciales ya existentes para crear un mercado que alcanzaría las 1.100 millones de personas, con un tamaño de economía comparable al de Estados Unidos.
CAF busca actuar como catalizador de este proceso, facilitando la movilización de capital europeo hacia cadenas de valor de alto rendimiento y promoviendo la internacionalización de empresas latinoamericanas en Europa.
Adicionalmente, CAF se posiciona como el socio financiero clave para operacionalizar las iniciativas birregionales, como el Global Gateway, mediante instrumentos innovadores como bonos verdes, canjes de deuda por naturaleza o financiamiento en euros para proyectos de infraestructura crítica.
El objetivo es incrementar el comercio birregional y asegurar que las inversiones prioricen el desarrollo humano, la descarbonización, la resiliencia climática y el cierre de brechas de productividad y desigualdad en América Latina y el Caribe.
Es importante comentar que dichas dinámicas no solo afectan a Colombia sino a muchos países de la región. En el nuevo escenario de políticas comerciales, un arancel de 10% parece haberse convertido en la nueva realidad; un piso desde el que se buscan nuevas ventajas competitiva. Por eso, en estos momentos de volatilidad y polarización es fundamental promover el diálogo y confiar en la diplomacia.
Dicho esto, el potencial de ampliar relaciones comerciales con otras regiones y países es inmenso. Y ese debe ser justamente uno de los objetivos de la Cumbre UE-Celac.
La tensión entre el envejecimiento poblacional y la agenda verde es, en realidad, una oportunidad para construir un modelo de desarrollo más integral. América Latina envejece sin haber consolidado sistemas robustos de protección social, con una informalidad laboral que supera 50% en algunos países y que erosiona la base contributiva de pensiones y salud.
Esta realidad nos obliga a abordar simultáneamente la transición demográfica y la transición verde como componentes interdependientes de un mismo desafío de desarrollo. El envejecimiento aumentará la presión fiscal hasta 6 puntos porcentuales del PIB en algunos países, lo que hace aún más urgente generar crecimiento económico sostenible que amplíe la base contributiva y fortalezca las finanzas públicas.
La informalidad laboral afecta a 130 millones de latinoamericanos y representa uno de los principales obstáculos estructurales para el desarrollo de nuestra región. No es solo un problema de recaudación fiscal o sostenibilidad de pensiones; es fundamentalmente un freno a la productividad y al crecimiento económico.
Solo las empresas más productivas pueden asumir los costos de la formalidad y, al mismo tiempo, solo las empresas formales tienen acceso al financiamiento y a canales formales de comercialización que les permiten aumentar su productividad. Para romper este círculo vicioso, desde CAF estamos diseñando instrumentos financieros innovadores y alianzas estratégicas que atiendan ambos lados de la ecuación.
En la Cumbre UE-Celac se debatirán mecanismos para impulsar el comercio birregional y abordar las transición digital, verde y social. Una iniciativa interesante que podría replicarse es el programa Pymes Verdes LAC de CAF, que combina financiamiento climático con tasas concesionales y asistencia técnica, y facilita al mismo tiempo la formalización y la adopción de cadenas sostenibles.
Además, estamos promoviendo alianzas público-privadas para desarrollar clústeres productivos que generen sinergias y fortalezcan cadenas de valor, junto con inversiones en infraestructura digital y física que reduzcan costos de transacción.
América Latina puede posicionarse como líder global en producción sostenible, aprovechando su biodiversidad, su potencial de energías renovables y su compromiso creciente con la sostenibilidad. En este contexto, la alianza Europa-América Latina y el Caribe debe propiciar el despliegue de nuestro potencial, a través de la transferencia tecnológica, mejor gobernanza corporativa y mecanismos de financiamiento innovadores que faciliten la integración de empresas latinoamericanas en cadenas globales de valor.
Para ello trabajamos con los países y el sector privado para asegurar el alineamiento de sus estándares con los marcos reguladores internacionales
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