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Analistas 30/04/2025

Equilibrio

Yamid Amat Serna
Creador conceptual

Entre el tiempo y las posesiones nos movemos en este mundo; quien tiene cosas, no tiene tiempo, quien tiene tiempo no tiene cosas, parece ser la ecuación - equivocada por cierto- en la que vivimos sumergidos.

Nos enseñan a utilizar el tiempo solo con el fin de adquirir objetos, de acumular bienes y presentarlos como un forma de éxito, mientras tanto el tiempo libre es sinónimo de fracaso, tener tiempo es como no tener trabajo, como no tener qué hacer, tener tiempo es de desocupados, o por lo menos eso nos hacen creer: a mayor ocupación y menor tiempo libre, más relevancia, más importancia, más poder y más mérito, extraño pero cierto.

Ahora bien, las cosas, los bienes materiales, son una parte inherente de nuestras vidas, no hay nada de malo en querer una casa cómoda, un auto funcional, nada de malo hay en disfrutar de un objeto que nos brinde placer y ¿por qué no? alegría.

Las posesiones tienen su función y no es nada menor, probablemente están asociadas con la comodidad y la seguridad, la riqueza y la abundancia no pueden ser pecaminosas, por el contrario, pueden ser fuente de estabilidad y progreso colectivo, el problema radica en cuando estas cosas empiezan a definirnos, cuando creemos que somos lo que poseemos y, en consecuencia, quien más posee, más es, si tiene más que nosotros, es más que nosotros, y si tiene menos, menos es.

Cuando aparece la obsesión por adquirir, tener y demostrar se pierde de vista lo que realmente importa y es ahí, entonces, cuando nos damos cuenta que no hay tiempo para disfrutar lo que tenemos, ni personas con quien disfrutarlo, pues el tiempo que gastamos adquiriéndolo nos dejó sin tiempo para nada.

Decía Juliet Schor, economista y socióloga estadounidense, catedrática de la Universidad de Harvard por 20 años, profesora de sociología en Boston College y experta en investigaciones sobre el trabajo y el consumo, en uno de sus textos, el cual inspiro en mi esta reflexión:

“El tiempo es el recurso más valioso que tenemos. Sin embargo, en nuestra cultura a menudo lo intercambiamos por cosas que no necesitamos. La verdadera riqueza radica en encontrar un equilibrio entre lo que poseemos y el tiempo que dedicamos a lo que realmente importa”.

¡Equilibrio! De lo que adolecen nuestros tiempos y gran parte de todo lo cotidiano, el inmenso desafío de nuestras vidas, en este caso ¿cómo encontrarlo para balancear lo que tenemos con lo que somos?

Nuestras cosas, nuestros logros y nuestro tiempo, la armonía que no hipoteca lo fundamental; el equilibrio no está en la renuncia, sí en la consciencia plena que advierte que la abundancia está también en tener el tiempo y el espacio para disfrutar de todo que logramos, no se trata de tener menos, se trata de no olvidar el sentido de la vida, lo material no tiene por qué ser visto como un enemigo del tiempo, sino como una herramienta que nos puede ayudar a vivir mejor; y el tiempo, que reside permanentemente en su fugacidad, será un polo a tierra que nos recuerde que ningún instante perdido se recupera, que su valor no es intercambiable y que tampoco se trata del tiempo libre que tengamos sino de la libertad para poder disfrutar de sus minutos sin agonía.

Tener sin dejar de ser es permitirle a lo que tenemos que nos acompañe, no que nos reemplace !Sin equilibrio hasta lo bueno pesa!

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