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Álvaro Uribe siendo presidente de los colombianos, además de ser un gobernante comprometido hasta los tuétanos con el país, haber cambiado el rumbo económico y social de Colombia y del éxito en sus programas bandera, la Seguridad Democrática y la Confianza Inversionista, contribuyó al debilitamiento de los tradicionales partidos Liberal y Conservador, que venían en decadencia, además porque algunos de sus dirigentes lideraban maquinarias con propósitos electoreros.
La creación y apoyo de nuevos partidos y movimientos políticos y el surgimiento del Partido de la U con militantes de Cambio Radical y líderes liberales y conservadores, hizo que estos dos últimos prácticamente perdieran su rumbo. La primera década de este siglo se caracteriza por el debilitamiento de los partidos tradicionales, la atomización de los movimientos políticos y el fortalecimiento del caudillismo, siendo Uribe Vélez su principal exponente.
Con la U de Uribe se obtiene el primer triunfo de Juan Manuel Santos, quien a su turno logra gobernabilidad con la llamada Unidad Nacional, unión de los partidos de la U y de los supuestos enemigos de Uribe, con lo que el expresidente se siente traicionado, reaccionando con la creación del Centro Democrático como nuevo partido político, aprovechando el afecto de muchos colombianos hacia él. No obstante, por la dupla con Vargas Lleras y el sueño de la paz, el presidente Santos logra la reelección ganándole al candidato del Centro Democrático.
En su actuar como opositor de este gobierno, el entusiasmo ciudadano por Uribe le da réditos electorales al Centro Democrático, pero no con los resultados esperados. Lo anterior se confirmó en las elecciones pasadas, donde incluso los candidatos del Centro Democrático fueron unos de los grandes derrotados.
En ese contexto, se podría afirmar que el Partido Liberal toma un nuevo aire, al contrario del Partido Conservador; Cambio Radical se sincroniza con el país y triunfa electoralmente de forma contundente; el partido Verde continúa generando esperanzas y aceptación en parte de la opinión publica; el Polo Democrático y la izquierda fueron derrotados dada su mala calificación como gerentes de lo público por parte de los ciudadanos, entre otras razones por el fracaso de las administraciones Moreno y Petro en la Capital. Pululan las coaliciones electoreras y la importancia de muchos partidos se limita a su capacidad de dar avales a candidatos regionales.
Quisiera destacar las varias candidaturas cívicas y de opinión, de experimentados líderes de origen empresarial, alejados de las maquinarias electoreras, que triunfaron en distintas ciudades. Las regiones colombianas con auténticos lugareños se desataron de la politiquería y lograron triunfos que hacen renacer la esperanza, que si se puede gobernar con otro estilo de política.
El triunfo de Peñalosa en Bogotá, un soñador de grandes propósitos apoyado por un fortalecido Cambio Radical y el entusiasmo de nuevos votantes; el logro en Medellín de Federico Gutiérrez sobre maquinarias políticas, al igual que el de los empresarios Maurice Armitage en Cali y Rodolfo Hernández en Bucaramanga; del empresario y probado gerente de lo público Alex Char en Barranquilla; además de la sorpresa en Cartagena y en tantas otras regiones de la Patria, prueban que las ataduras de las maquinarias, las roscas del poder y hasta los liderazgos de las corruptelas, se pueden superar.