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Analistas 29/09/2017

Turismo y generación de divisas en Colombia

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Tras una década de prolongada “enfermedad holandesa” (2005-2014), las autoridades se percataron que Colombia tenía un serio problema de falta de diversificación exportadora. Se pensaba que la simple corrección del desalineamiento cambiario (estimado en cerca de un 25% real) permitiría la recuperación de las exportaciones del agro y de la industria, las cuales cuentan con mayor valor agregado que las exportaciones de commodities (petróleo y carbón).

No obstante, durante 2015-2017, ha quedado claro que los desafíos exportadores van mucho más allá de la corrección cambiaria o de la existencia misma de los TLCs con Estados Unidos y Europa. Se requieren solucionar los problemas del llamado “Costo Colombia” en los frentes de: i) abaratamiento de los costos de transporte, mediante la dotación de vías modernas; ii) flexibilización del mercado laboral; y iii) relocalización de las plantas productivas exportadoras hacia las costas, dado que en la actualidad cerca de 50% de dicha oferta ocurre desde el Valle de Aburrá y Cundinamarca, a 1.000 kilómetros de la costa atlántica y a 500 kilómetros de la pacífica (ver Informe Semanal No. 1322 de julio de 2016).

Dado el pobre desempeño del sector agrícola (1,5% anual durante 2015-2016) y del industrial (2,3% anual), ahora el Gobierno ha cambiado su discurso exportador calificando el repunte del turismo como la futura fuente de un gran cúmulo de divisas. Lo primero que cabe resaltar es que la tarea para cerrar la brecha externa luce descomunal, pues hemos perdido cerca de 40% de la base exportadora (unos US$25.000 millones) tras el fin del super-ciclo de commodities. Lo segundo que vale la pena analizar es el verdadero potencial del sector turismo. En el lado de los desafíos aparece la precariedad en infraestructura, pero en el lado de las oportunidades se tiene la novedad del pos-conflicto en un país “exótico” como Colombia.

En particular, se habla de aprovechar: i) la habilitación de zonas ricas en biodiversidad para generar proyectos ecoturísticos; y ii) el despegue que ha mostrado la industria aeronáutica para incursionar en nuevas rutas internacionales (ver Comentario Económico del Día 18 de septiembre de 2017).

Las cifras al cierre de 2016 dan cuenta de que la actividad turística en el país ha mostrado un dinamismo interesante. Por ejemplo, los arribos de turistas se estiman en casi 3 millones; con tasas de ocupación hotelera del orden de 56%; y generación de divisas de unos US$5.800 millones anuales (todas ellas cifras récord). Nótese que la cifra de viajeros a Colombia dista de la de turistas, pues de los 5 millones de arribos al país, 2 millones son de colombianos residentes en el extranjero o se realizan desde zonas fronterizas, lo cual genera ruido sobre la cifra real de turistas en el país.

Sin embargo, existen desafíos estructurales en el sector turístico que atentan contra la idea de que dicho sector pueda llegar a cerrar una porción significativa de la brecha externa de US$25.000 millones/año. El gráfico adjunto ilustra cómo la tasa anual de crecimiento compuesto en la llegada de turistas aún no alcanza los dos dígitos (9,1%), mientras que los ingresos de divisas lo hacen a un ritmo menor (8,3%).

La realidad es que a lo largo de los últimos 10 años los visitantes extranjeros han venido reduciendo su gasto per cápita en el país, dando algo de sustento a la hipótesis de que se trata de “turismo mochilero”. Cabe recordar que estas cifras de visitantes también están algo infladas, contabilizándose allí a pasajeros de cruceros internacionales que están en el territorio nacional por menos de 24 horas. Mas aún, una cifra de solo 10% en la relación viajeros/población refleja la precariedad del sector turístico en Colombia, dado que esa razón alcanza valores del 120%-150% en referentes internacionales como España y Francia.

Otro tema que no se ha analizado a cabalidad tiene que ver con la proporción de divisas que aparecen como reintegros de turismo pero que en realidad proviene de actividades ilegales (principalmente narcotráfico). Recordemos que, en 2013, el Gobierno entregó al Fondo Nacional de Turismo más de 30 hoteles incautados al narcotráfico, a través de los cuales se lavaban dineros de esa actividad ilegal.

La reciente expansión de los narco-cultivos en Colombia (casi triplicando las áreas dedicadas a dicha actividad durante los últimos tres años) son prueba de que estos dineros ilegales han continuado “su blanqueo” a través del sector turismo. Así ha venido ocurriendo desde la llamada “ventanilla siniestra” del Banco de la República (1974-1976), cuando Colombia se salvó de una crisis cambiaria por cuenta de su laxitud en los reintegros provenientes del narcotráfico.

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