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Analistas 19/04/2018

Remesas del exterior y “blanqueamiento” de dinero ilícito

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Los vientos de recuperación económica mundial (especialmente en Estados Unidos) podrían estar dándole a Colombia un impulso adicional en este 2018. Dicho impulso se materializaría no solo a nivel comercial (siendo este el principal socio comercial del país), sino también a nivel de transferencias y, más concretamente, vía remesas del exterior. En efecto, los mayores giros realizados por nacionales que viven en el exterior han venido cobrando un papel relevante al interior de la cuenta corriente, ayudando a contrarrestar los desbalances en las cuentas externas de Colombia.

Para el caso de los Estados Unidos se pronostican crecimientos de 2,6% para 2018 (vs. 2,3% en 2017), pero ahora prevalecen vientos de desaceleración hacia solo un 2,2% de crecimiento en 2019 por cuenta de la “guerra comercial” desatada por este país sobre China. Este enrarecido ambiente internacional tiene alta probabilidad de deteriorarse, además, por el resurgimiento de episodios de “guerra fría” tras la expulsión masiva de diplomáticos rusos que operaban como espías que irrumpieron en el Brexit y en la campaña electoral de Trump.

Sin embargo, aún prevalece una sólida recuperación del mercado laboral, con niveles de desempleo abierto de apenas 4,1% (inferior a la tasa NAIRU de 4,5%). Incluso, la Reforma Tributaria del gobierno Trump estaría comprando más crecimiento en el corto plazo a costa del deterioro futuro en sus déficits gemelos (fiscal-externo).

Asimismo, la Unión Europea ha venido dando signos de recuperación moderada, tras una década de profundo estancamiento. Su tasa de desempleo también se ha logrado reducir hacia 8,5%, lo cual sería consistente con crecimientos cercanos a 2,5% tanto en 2018 como en 2019.
Todo ello ha traído aparejado un crecimiento sostenido de los flujos de remesas a nivel mundial, con particular incidencia sobre los países en desarrollo. En Colombia, las remesas del exterior alcanzaron la suma récord de US$5.565 millones en 2017 (equivalente a 1,8% del PIB), incrementándose un 15,1% anual. Con esto, las remesas completaron tres años seguidos al alza, duplicando prácticamente su participación en el PIB y ganando importancia al interior de la cuenta corriente.

Los principales países de origen de las remesas continuaron siendo: Estados Unidos (US$2.550 millones, equivalente a 45,7% del total) y España (US$860 millones, 15,4%). Cabe destacar también los crecientes influjos provenientes de Chile (US$320 millones, 5,7% del total), que crecieron al 43,1% en el último año, producto del creciente número de inmigrantes colombianos en esa nación (ver gráfico).

En contraste, los flujos desde España y Venezuela han venido exhibiendo una menor dinámica, como consecuencia de: i) la prolongada crisis económica en España, lo cual habría forzado la repatriación de hasta 30.000 colombianos por año en lo más difícil de la crisis; y ii) el control de los envíos de divisas desde Venezuela.

Según la Cancillería de Colombia, la población colombiana en el extranjero bordea los 5 millones de personas, pero de esos 5 millones apenas unos 500.000 realizarían envíos de forma regular a sus familias ubicadas en el Valle del Cauca (28% del total), Cundinamarca (16,9%) y Antioquia (16,2%), principalmente. Cabe anotar que la devaluación peso-dólar de los últimos tres años (cercana al 50%) podría estar frenando la llegada de remesas del extranjero, ya que, con una cantidad menor de divisas, se estaría manteniendo permanente el ingreso para las familias en Colombia.

También cabe analizar el impacto que pueda estar teniendo la expansión del narcotráfico desde Colombia sobre estos dineros que aparecen como “remesas” del exterior. Recordemos que durante la década de los ochenta, Colombia acumuló un monto inusual de divisas (considerando el limitado grado exportador del país), como consecuencia del auge del narcotráfico. Ahora, el país afronta un recrudecimiento del narcotráfico, habiéndose triplicado el área sembrada de coca a cerca de unas 200.000 hectáreas durante los últimos tres años. Así, el Banco de la República debería estar analizando, como lo hacía en el pasado, la incidencia de este posible mecanismo de “blanqueamiento” de dineros ilícitos vía “remesas” del exterior.

Esta problemática no es menor, si se tiene en cuenta que la economía ilegal en el país bordea el 2% del PIB, según estimaciones de Anif (Ver Informe). Incluso, ya hemos descrito en ocasiones anteriores cómo el narcotráfico ha llegado a permear el sector turismo, donde el gobierno debió entregar al Fondo Nacional de Turismo más de 30 hoteles incautados al narcotráfico, a través de los cuales se lavaban dineros de esa actividad ilegal (ver Comentario Económico del Día 28 de septiembre de 2017).

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