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Analistas 28/08/2019

Escalafón universitario y su relevancia-país

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

En la última década, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de los Andes se han destacado por ir escalando posiciones en los rankings internacionales, gracias a sus calidades investigativas. Y, más aún, no han sido las únicas, pues cabe señalar también los esfuerzos realizados por algunas entidades públicas territoriales y otras muchas privadas. Algunos de estos progresos ya han “movido la aguja” en los rankings de América Latina (ubicándose entre las 10 mejores), aunque a nivel internacional la competencia es muy fuerte y estamos lejos de figurar entre las 100 mejores.

Estos progresos en el escalafón internacional, sin embargo, no han ido de la mano con el clamor que tradicionalmente hace el empresariado colombiano para que esos esfuerzos académicos se traduzcan en beneficios productivos directos que permitieran mejorar el posicionamiento de Colombia en competitividad internacional.

En efecto, la Cámara de Comercio de Cali ha venido señalando que, mientras las estrechas asociaciones entre empresas-universidades le han permitido a Corea del Sur liderar innovación y competitividad global, en Colombia se observa una disociación en este frente, reflejándose en débiles cadenas productivas (ver Comentario Económico del Día 24 de abril de 2019). Esta aseveración la ha sustentado bien dicha Cámara con análisis de las patentes y a la vista está el fracaso que ha mostrado Colombia a la hora de la diversificación exportadora.

Igual podría decirse de las dificultades que tiene nuestro país en la calidad educativa, donde las pruebas Pisa continúan mostrando que 66% de los estudiantes de bachillerato son “prácticos analfabetas” al no poder utilizar las cuatro operaciones básicas de matemáticas para resolver problemas del día-a-día, ver gráfico adjunto. También se tiene un elevado índice de “prácticos analfabetas” relacionados con el lenguaje, pues 40%-50% de nuestros bachilleres es incapaz de extraer las conclusiones centrales de textos en Español, para no hablar de los bajos niveles de bilingüismo en Inglés (inferiores a 10%). ¿Colombianos: los mejores educados de América Latina?

Estos resultados evidencian la desconexión entre facultades que correctamente han identificado, de una parte, la importancia de la educación pre-escolar, de la calidad de las madres-comunitarias, de tener más tiempo educativo en casa (reduciéndose el dedicado al transporte o a lavar la ropa) y, de otra parte, el fracaso en la implementación de esas buenas ideas. Esto último puede ser el resultado del poco interés académico por implementar esas recomendaciones (lo cual usualmente no es “premiado” en publicaciones en Journals-Indexados) o la inexistencia de adecuados canales comunicativos con “el mundo real” público-privado.

Si bien existen educadores en las facultades de ingeniería, derecho, economía y psicología con la doble experiencia académica y del “mundo real”, parece ser que los incentivos al interior de las universidades resultan insuficientes para generar el “momentum” adecuado para inducir ese interés por ligar lo académico con el mundo práctico- empresarial. Corea del Sur y Chile son dos buenos ejemplos del mundo emergente respecto de los cuales Colombia debería estar aprendiendo a este respecto sobre cómo volcar investigaciones académicas en mejor bienestar-país.

No se escucha, por ejemplo, que las facultades de ingeniería sean aportantes decisivos en las soluciones del caos vehicular y en la provisión de bienes públicos en infraestructura (sabemos bien que de cuando en vez los consultan es para solucionar temas de arbitramento). Tampoco se siente que las facultades de economía sean aportantes regulares a los múltiples problemas de Colombia (aunque también se les convoca para que participen en “Comisiones” que buscan tinte académico). Las facultades de derecho tienen la ventaja de contar con “consultorios” abiertos al público como asomaderos tempranos a la realidad-jurídica y, sin embargo, el sector justicia viene siendo caracterizado como un recurrente mundo Kafkiano: ¿Qué tal ese drama que por décadas viene mostrando nuestro sistema carcelario o el sistema de tutelas contra las sentencias emitidas por los jueces?

Una forma de “alinear los incentivos” académicos para entrar a mejorar de forma sensible la operatividad del país consiste en que las propias universidades incluyan con ponderaciones relevantes en la carrera profesional los aportes “al mundo real”. No solo de publicaciones-indexadas debe nutrirse el aporte profesional de los educadores del más alto nivel.

Por ejemplo, el interés universitario por “contrataciones internacionales” (basadas en esas publicaciones) bien puede estar debilitando ese alineamiento que busca encausar la investigación con una mejor Colombia-práctica. Con frecuencia, los beneficiarios de esas contrataciones lo que buscan es usar brevemente ello como trampolín, pero de allí no tienden a surgir escuelas universitarias pro-Colombia-empresarial. También nos han indicado varios estudiantes que el asomarlos algo más temprano a los cursos “del mundo real” tendría el doble beneficio de estimular la aplicación del instrumental-matemático y de sembrar interés por una Colombia-mejor.

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