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Analistas 09/02/2022

Del Plan Financiero y las campañas

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

La presentación del Plan Financiero el pasado viernes estuvo lleno de noticias positivas. Y positivas no precisamente porque nos pintaran un panorama actual que nos deje satisfechos, sino porque nos mostraron una dinámica que nos lleva a pensar que nos estamos recuperando más rápido de lo que esperábamos.

Terminamos el año pasado con un déficit fiscal de 7,1% del PIB, 150 puntos básicos por debajo del proyectado por el Marco Fiscal de Mediano Plazo Mfpm. Y la deuda del Gobierno Central bajó casi un punto porcentual a 63,8% del PIB, después del brusco incremento en 2020. Este descenso no se esperaba hasta 2024 y de hecho empezó en 2021. Bien por el gobierno y por el ministro de Hacienda José Manuel Restrepo. Quedamos pendientes eso sí, del dato final de crecimiento que de haber logrado dos dígitos completaría la faena.

Donde se pone más interesante el documento es en los estimativos de este año. No solo porque el crecimiento de la economía se aumenta a 5%, sino porque tanto el déficit como la deuda del Gobierno siguen bajando a 6.2% y 62.7% del PIB, respectivamente. La última cifra que no se esperaba lograr sino hasta 2022, es consecuencia del recaudo fiscal, que después de haber crecido el año pasado por encima de los esperado, vislumbra ahora otro incremento de similar tamaño. Es decir, la foto es buena, pero lo más alentador es la película.

Ahora bien, estas son las proyecciones del Gobierno, y podría pensar uno que podrían estar siendo demasiados optimistas. Pero cuando uno revisa los supuestos macroeconómicos que utilizan para 2022, advierte que están generalmente en línea con el promedio de diferentes analistas, tanto en crecimiento como en precio del petróleo, donde incluso son conservadores. Mi preocupación recae más sobre el tema de inflación que llegó en enero a un anualizado de 6,94%, lo que hace inevitable redoblados esfuerzos en subidas de tasas por parte del Banco Central, no obstante que la última, de 100 puntos básicos, fue calificada de “brusca” por el Presidente Duque.

Es aquí donde aterrizo en las campañas presidenciales, que estarán recogiendo el tema de inflación como parte central de sus propuestas económicas. Y tendrían que hacerlo porque nada impacta más el bolsillo de las familias menos favorecidas que este fenómeno. Aun así, la lucha contra la inflación recaerá principalmente en lo que resta del año en la autoridad económica. La política fiscal del próximo gobierno solo podría incidir una vez se aprueben los presupuestos de 2023, la nueva Reforma Tributaria, o ambos. Pero si para finalizar 2022 a través de una política de contracción se han logrado contener las expectativas de inflación y convergen al rango meta, habremos pasado lo peor para ese entonces.

Deberían entonces las campañas y sus equipos económicos pensar en cómo se va a recuperar el grado de inversión de dos de las tres calificadoras de riesgo, y para eso se deberán tener en cuenta todas las variables que inciden en nuestro déficit de cuenta corriente que al estar en -4.9%, se sitúa como el más alto de la región.

Por aquí debe pasar el más ambicioso plan de exportaciones, aprovechando el buen momento de nuestros términos de intercambio. Es aquí donde caben propuestas para abaratar costos logísticos, de transporte, infraestructura, normatividad, y por supuesto, la lucha contra la corrupción que hace que toda obra y toda compra y todo tramite sea más caro e ineficiente. Veremos quién tiene visión con credibilidad y sensatez, y quiénes le apuestan al peligroso populismo en política económica. Solo nos jugamos nuestro ingreso…nada más.

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