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Analistas 10/04/2019

Transversalidad digital

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Las generaciones modernas han podido presenciar la irrupción continua de la tecnología en los sectores productivos. En esta nueva realidad, muchas empresas se han transformado tratando de sacar el mayor provecho de la era digital para satisfacer, de manera más eficiente, muchas de sus necesidades. La tecnología, con gran celeridad, viene transformando nuestra sociedad de un modo transversal.

La economía local, por supuesto, no ha sido ajena a tales tendencias. En la pasada década, hemos podido observar como la población ha ido incorporando progresivamente el uso de estas nuevas herramientas en su diario vivir. Hoy la tasa de tenencia de telefonía móvil es superior a 96%, y la tasa de conexiones a internet móvil ha pasado de 16% a 52% entre 2012 y 2017.

Este boom en conectividad móvil, del que casi nadie se escapa, ha sido aprovechado por el sector corporativo, que entiende el potencial de una red con cobertura casi completa de la población al permitir generar servicios específicos para subgrupos de clientes objetivo, e incluso personalizar las ofertas, basadas en la individualidad de los clientes y sus necesidades de inmediatez. Por tanto, se han masificado las ventas online, se han ampliado las transacciones desde medios móviles y se ha ampliado la oferta de productos y servicios de toda índole.

De modo particular, el sector financiero ha podido sacar gran ventaja de la transversalidad digital en mención, lo que constituye una excelente noticia. Facilitar el acceso a servicios financieros y hacer estos más eficientes y menos costosos tiene un efecto positivo directo tanto en personas como en empresas, que pueden suplir mejor sus necesidades de apalancamiento e inversión productiva.

No obstante, la industria bancaria todavía enfrenta una serie de retos de cara a la masificación de los servicios y sus beneficios en todos los agentes de la economía. Por ejemplo, aunque el acceso a productos financieros asciende a 81% de la población adulta del país, su uso tan solo bordea 68%, una brecha importante que exige la identificación de barreras en materia de interoperabilidad y de identidad digital.

El indicador de inclusión financiera para el sector rural también denota un rezago cercano a los 20-30 puntos porcentuales frente a los grandes centros urbanos. Además, existen deficiencias en materia de cobertura de redes de telecomunicaciones, lo que evidencia la necesidad de un trabajo articulado con el sector TIC para garantizar una mayor penetración de los canales digitales.

La adopción acelerada de soluciones tecnológicas y el ofrecimiento de servicios financieros mediante los nuevos canales digitales han llevado a redefinir la administración del riesgo, la gestión de datos personales y demás información reportada por los consumidores financieros. En este sentido, lograr que se concreten todas las oportunidades que ofrece la transformación digital en los próximos años trae consigo la necesidad de adaptar la regulación financiera existente a los nuevos modelos de negocio, a las capacidades de la tecnología y a la condición cambiante de la industria.

En este escenario, tanto agentes públicos como privados deben ser conscientes sobre la velocidad de esta nueva era tecnológica y todo lo que implica en materia de seguridad, regulación, inclusión e infraestructura. Avanzar en estos frentes permitirá que los colombianos podamos gozar de los beneficios y la rapidez de las nuevas tecnologías, herramientas que han venido para quedarse y que hoy resultan cruciales en las dinámicas económicas y sociales.

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