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Analistas 04/04/2018

Escenarios de liquidez

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Tras la crisis financiera de 2008, que terminó afectando fuertemente a las principales economías desarrolladas, los bancos centrales se vieron forzados a recurrir a medidas de política monetaria tanto convencionales como no convencionales con el fin de dinamizar el crecimiento económico. En efecto, ante la débil respuesta de la actividad productiva a políticas monetarias convencionales fuertemente expansivas (tasas de interés nominales cercanas a cero), las autoridades monetarias centraron su atención en la implementación de programas de estímulo monetario aún más agresivos mediante la compra masiva de activos, lo que terminó derivando en incrementos significativos en sus hojas de balance.

Esta situación produjo una holgada liquidez a nivel global que, como el mercado bien lo anticipó, terminó favoreciendo principalmente a los mercados emergentes. Colombia, por supuesto, no fue la excepción y de allí que desde 2009 haya registrado un importante influjo de capitales asociado a inversiones en portafolio, cuya magnitud hoy representa cerca de 2,5% del PIB. Este mayor dinamismo, particularmente en capitales off-shore, dinamizó el mercado financiero local e influyó naturalmente en la dinámica de los títulos soberanos locales. Los fondos de capital extranjero, en este contexto, incrementaron la demanda de TES y pasaron de poseer un exiguo 2% de los títulos en 2010 a cerca de 26% en la actualidad, logrando equiparar a los fondos de pensiones como los mayores tenedores de TES.

Sin embargo, los ciclos de política monetaria se agotan y hoy las perspectivas señalan una eventual reducción de la liquidez en los mercados globales. Si bien el mercado descuenta que la holgada liquidez global podría mantenerse en el corto plazo, las perspectivas señalan que tenderá a reducirse en el mediano plazo por cambios en la postura de la política monetaria. Tanto Japón como la Unión Europea ya han expresado su intención de iniciar planes de normalización monetaria tan pronto como sus condiciones económicas internas muestren mejores visos y Estados Unidos, adelantándose al proceso, ha emprendido una política de aumentos de tasas de interés y ha hecho explícito su deseo de reducir la compra de activos y con ello su hoja de balance.

Estos nuevos escenarios de liquidez determinarán, sin duda, la dinámica futura de los mercados financieros, particularmente el de los títulos de deuda soberanos, los cuales han mostrado cierta volatilidad en el último año en medio de las progresivas reducciones de la tasa de interés del Banco de la República, la mayor incertidumbre en materia fiscal y la holgada liquidez de los mercados globales.

Si bien el corto plazo ofrece un ligero parte de tranquilidad en la medida en que (i) el proceso de recuperación económica, (ii) la convergencia de las expectativas inflacionarias y (iii) la progresiva disminución del déficit en cuenta corriente contribuirá a atenuar el impacto de la eventual normalización monetaria (más si dicho proceso se presenta de manera gradual), en el mediano plazo el panorama luce retador.

Las preocupaciones respecto al cumplimiento de las metas fiscales persisten y podrían exacerbase en el segundo semestre si el próximo Gobierno no hace planteamientos claros sobre las inaplazables reformas en materia fiscal, tributaria y pensional. Tenemos hoy el reto de mitigar esta incertidumbre y fortalecer las bases de una estabilidad macroeconómica que le permita al país conservar el grado de inversión y dinamizar el tránsito hacia sendas de crecimiento sostenibles.

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