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Aunque los planetas se alinearon, y con planetas me refiero a la guerra de Rusia sobre Ucrania, la amenaza constante de China en Taiwán y la necesidad de petróleo de Estados Unidos con Venezuela, su visita a la Casa Blanca tan solo ocho meses después de asumir al cargo es un logro importante.
Joe Biden necesita garantizar el liderazgo de Estados Unidos en el mundo para lograr la candidatura de su partido en 2024 y reelegirse. El poder de China no le está ayudando. El repunte en su economía en el último trimestre de acuerdo con el Wall Street Journal le da de nuevo fuerza al país tras un año difícil por las medidas estrictas contra el covid-19. Pero Biden tiene claro que necesita mostrar solidez; por eso visitó Kiev en los últimos meses retando a Putin, y por eso se ha acercado desde el año pasado a Venezuela con una visita de Juan González y otros altos asesores a Caracas. El petróleo vale mucho en el contexto de los poderes militares del mundo mostrándose los colmillos.
Aún con el contexto internacional, la visita es sin lugar a dudas destacable. El expresidente Duque casi no consigue verse personalmente con el presidente Biden y una relación de confianza entre ambos mandatarios actuales es una buena noticia para todos. El problema es, señor Presidente, que la lógica de la relación con ese país le puede pasar factura pronto.
Dijo usted en su rueda de prensa que “hay un entendimiento de que una cosa es fumigar a familias vulnerables económicamente y otra es perseguir al gran poder del narcotráfico”. En eso tiene razón, pero al inicio del próximo año llegarán los informes de la Oficina de la Casa Blanca y de Naciones Unidas sobre cultivos ilícitos. Si esas cifras son superiores a las de 2021, 204.000 hectáreas en total, se podría presumir que las de 2023 serán aún más difíciles. Solo basta recordar la advertencia del general Sanabria sobre erradicación en enero. La cocaína acaba la vida de cientos de miles de estadounidenses y sus familias y la conversación sobre las drogas sigue siendo relevante por lo que está pasando con las anfetaminas y las drogas sintéticas. En tiempos de campaña electoral, sin duda será un tema a discutir. Vendrá Trump o Ron De Santis a culpar a los demócratas por tener un enfoque permisivo con los gobiernos latinos que hizo que las hectáreas aumentaran. Y entonces quizás Biden ya no esté tan contento como lo estuvo en la Casa Blanca recibiéndolo.
Señor Presidente, sus decisiones de política pública en lucha contra las drogas tienen una buena intención: menos sangre, menos violencia y menos persecución. Pero llevar esas buenas intenciones a la práctica le está costando. No abandone del todo la erradicación y acelere la sustitución con programas más estimulantes. De lo contrario, la luna de miel con la Casa Blanca, podría ser parecida a la que está teniendo con los partidos de su coalición de Gobierno.
Pd: Qué buen papel de Laura Sarabia y Germán Gómez en Presidencia. Ambos son jóvenes, tolerantes, estudiosos, esforzados y respetuosos con la prensa. Dos buenos ejemplos de lo que somos los jóvenes y debemos ser para el país.