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Creo que quienes ven a Petro derrotado se equivocan y en política no se debe subestimar a los enemigos. Menos si se trata de quien tiene el poder, la organización popular, las chequeras para la logística local y los símbolos.
Petro acaba de repuntar en las encuestas según la última de Invamer ¿Por qué? Porque sus contendores le otorgaron el mejor escenario: el de las calles. Pasó de 32% a 37% de febrero a abril.
Incluso los escándalos le han hecho algún bien. Hoy es difícil que algo pueda afectar su Gobierno y entre semejante listado de casos la gente ya no entiende cuál es cuál, quién o cómo.
Era impensable que un Canciller le dijera a un Presidente drogadicto. Y hasta en ese escenario Petro logró cambiar la conversación. Para su gente, el problema no fue la acusación de que se perdiera esos días en París con la gravedad de que la inteligencia francesa tuviera que actuar, sino la traición de Leyva.
Petro tiene una base popular organizada, leal y que encuentra en él una esperanza. Eso lo tienen pocos políticos en Colombia. Uribe es uno de ellos, pero hoy está concentrado en su juicio y sus candidatos en el Centro Democrático son a veces vergonzosos.
El Presidente estará en la calle, con la espada de Bolívar en un teatro de marketing chavista que en Venezuela funcionó. La reforma pensional empieza en junio y con ello los desembolsos de casi $300.000 al mes a más de 2,5 millones de personas.
Petro ha sabido demostrar que en su Gobierno están con él quienes tengan lealtad infinita porque él tiene teflón. Ninguno de los grandes escándalos le ha hecho el daño, que en otros gobiernos pusieron a jefes de Estado contra las cuerdas: Odebrecht, Centros Poblados. Para la gente de Petro, la Ungrd fue solamente un par de funcionarios lejanos del Presidente que se desviaron.
El discurso de que él es un “libertario de verdad y un revolucionario” y entonces no se le puede juzgar de la misma forma frente a las drogas, las mujeres, la familia tradicional, es poco moral para ese cargo, pero a su público le ha funcionado. “Yo tengo debilidades con las mujeres, pero no permito las preguntas a mi intimidad porque esa es la última trinchera de la libertad”, dijo a Alejandro Riaño.
Es curioso cómo entiende la palabra libertad. Porque la libertad también está implícita en las democracias liberales y se basan especialmente en el equilibrio de poderes para controlar la posibilidad de la tiranía. Tal fórmula no fue suficiente para limitar a Chávez.
Y Petro quiere ser Chávez. Su popularidad crece, las calles están vivas, tiene los recursos para subvenciones por billones de pesos, y la lealtad ciega de un electorado, que ya ha demostrado que no es un nicho y que no le encuentra tacha.
Los candidatos están dormidos, en la zona de confort de los videos y las estrategias de TikTok, mientras que Petro alza una espada en una plaza con gritos de personas pidiendo que se reelija. La pregunta es qué hará Petro cuando vea que ninguno de sus posibles sucesores da la talla y que la tiene fácil hoy con una Corte Constitucional a veces inclinada a su mandato.
El poder se ejerce y el Presidente está demostrando que no le tiembla la mano. Es preocupante que nadie hoy refleje lo mismo. No hay un líder identificable que genere en el otro electorado esa pasión.
Ojalá la democracia liberal, de la libertad de verdad, señor presidente, se quede en Colombia.