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Emilio Tapia es uno de los referentes de la historia de la corrupción en Colombia. Fue condenado por el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá y por el caso Centros Poblados, en el que hicieron pasar como verdadera una póliza bancaria falsa del banco Itaú para ganarse un contrato de conexión en escuelas por $1 billón.
Emilio Tapia fue liberado hace meses como una medida condicional por su supuesta colaboración como testigo en el caso. Pero hace dos semanas un juez de segunda instancia ordenó recapturarlo apelando al sentido común.
Tapia salió de la cárcel a exponer su poder y sus millones. Su pareja es la congresista de Córdoba, Saray Robayo. Como si no hubiese pasado nada, el poderoso condenado se la pasaba entre Barranquilla y Montería exponiendo la fragilidad del sistema de justicia y burlándose de la sociedad.
En La FM y en La República hicimos varias veces la misma pregunta. ¿Cómo es posible que a un delincuente condenado no lo capturaran inmediatamente a pesar de la orden de un juez?, ¿por qué Tapia podía estar exponiendo su billetera millonaria construida también a partir de desfalcos absurdos al país?
Era un sinsentido. Su captura enaltece a la justicia y también al periodismo que denuncia y presiona para que la sociedad que, a veces pasa desapercibidos a los delincuentes, no se permita nunca acostumbrarse a ellos.
Las élites no pueden contemporizar con delincuentes corruptos. El dinero, además robado, no puede ser una tarjeta de entrada a clubes y entornos de poder. Debemos hacer una reflexión sobre por qué es que la riqueza tiene este inexplicable sentido de admiración y de permiso incluso para quienes pasan por encima del Estado.
Tapia debe estar en la cárcel. Es su lugar por haber decidido voluntariamente robarse al país. La política no puede estar jerarquizada por los taludes de billetes de los impuestos que terminan en bolsillos de ladrones.
La vida personal es la vida personal. Pero las decisiones que afectan la vida pública no son personales.
En un país verdaderamente serio, Tapia seguiría en la cárcel el tiempo necesario y suficiente para la justicia y la reparación.
Señor Emilio Tapia, el país no le pertenece. Usted decidió robar a Colombia y Colombia debe decidir la justicia.
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