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Analistas 14/08/2014

Surrealismo Financiero en la Pampa

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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Una manera de visualizar el más reciente episodio en las tribulaciones de la deuda externa de Argentina es haciendo referencia a algunos de los cuentos de Jorge Luis Borges sobre realidades paralelas.  El default selectivo de los bonos soberanos de la nación austral es percibido en forma diferente por la comunidad financiera internacional y por las autoridades argentinas.  Para los mercados de capital, a partir del 30 de julio, cuando se venció el plazo para llegar a un acuerdo con un grupo de tenedores de bonos en cesación de pagos, Argentina fue declarada en default. 

Los tenedores de bonos que rechazaron las condiciones impuestas por el gobierno al reestructurar la deuda externa, denominados holdouts, adelantaron un pleito ante una corte de Nueva York para recibir el valor pactado en los bonos originales; es decir, sin el recorte de 75% establecido en los bonos reestructurados.  El pleito dio lugar a una sentencia favorable a su reclamo por parte del Juez Thomas Griesa, sentencia que ha sido refrendada por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos.  Mientras no se cumpla la sentencia a favor de los demandantes, los pagos a los tenedores de bonos reestructurados han sido impedidos por orden judicial.  Las agencias internacionales evaluadores de riesgo procedieron a reducir la calificación de la deuda externa argentina.  La agencia evaluadora de la China actúo en forma similar.

La reacción gubernamental argentina ha consistido en negar que exista el default y minimizar las consecuencias que tendría incumplir la sentencia judicial norteamericana.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, le resta importancia al cierre del financiamiento externo, con el argumento de que Argentina no ha tenido acceso al crédito internacional durante varios años.  

Una nueva crisis financiera es algo a lo cual se han acostumbrado los mercados y los agentes económicos argentinos.  Las consecuencias se harán evidentes a mediano plazo.  Por tratarse de un problema singular, no se ha presentado un fenómeno de contagio hacia otras economías emergentes.  

El desacuerdo acerca de un asunto secundario, que podría resolverse con profesionalismo legal y financiero, ha servido para proclamar una epopeya contra fuerzas externas que quieren impedir que Argentina sea una  nación viable.  El gobierno ha constatado que una actitud de intransigencia  hacia la justicia norteamericana le produce dividendos políticos.  El deterioro adicional de la actividad económica y la exacerbación de la inflación son algunos de los costos previsibles para la Argentina.  

Cristina Kirchner suele enfrentar las controversias con una mezcla de prepotencia cuando cree estar ganando, y de victimización cuando las cosas le salen mal.  Por razones distintas al litigio en Nueva York, en el ocaso de su mandato, las cosas están saliendo bastante mal.  

La forma de ejercer el poder que desarrollaron los esposos Kirchner en la provincia de Santa Cruz y que luego aplicaron a nivel nacional, es una variante primitiva y autoritaria del peronismo.  Y como lo definía Borges con conocimiento de causa, ‘el peronismo no es ni bueno ni malo; es incorregible’.

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