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Analistas 16/09/2021

Relaciones internacionales

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

El tema de la política exterior tiene una baja prioridad en la etapa actual de la campaña electoral. Los temas acerca de los cuales deben fijar posiciones los aspirantes a la Presidencia son casi exclusivamente de carácter local. Tal es el caso de la reactivación económica, el manejo de la pandemia, el nivel de empleo, la situación fiscal y la inseguridad, entre otros.

Los temas internacionales tal vez adquieran relevancia en la etapa de los debates entre los candidatos, cuando se pongan de presente las diferencias de opinión acerca del socialismo del siglo XXI, la dictadura nicaragüense, o el cambio político que ha tenido lugar en el Perú.

Por lo demás, excepto en lo que concierne al antagonismo con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, el Gobierno les ha asignado poca importancia a los temas internacionales, tanto los comerciales como los geopolíticos.

Para efectos prácticos, la Cancillería de San Carlos, como protagonista de la política internacional del país, ha brillado por su ausencia. Eso explica la pasividad oficial con la cual se permitió la intervención a favor de Donald Trump por parte de voceros del partido de gobierno en las elecciones de 2020, error de omisión que le prestó un flaco servicio a la necesidad de mantener un diálogo diplomático fluido con el gobierno del presidente Biden.

Si hay un país con el cual conviene mantener relaciones cordiales, independientemente del partido político que esté en el poder, ese país es Estados Unidos. Sea eso como fuere, dado el tamaño de su economía, su ubicación geográfica y la naturaleza del vecindario, Colombia necesita tener un Ministerio de Relaciones Exteriores moderno, prestigioso e influyente. Por fuerza de los hechos, esa es una tarea que le corresponderá al próximo gobierno.

Además de los aspectos mencionados, hay motivos para actualizar el servicio exterior relacionados con la transformación que ha tenido lugar en la estructura económica del país y en la diversificación de su comercio internacional. Una faceta de la inserción en la economía mundial es el surgimiento de empresas colombianas con inversiones significativas por fuera de las fronteras nacionales.

Así se observa en la transmisión de energía eléctrica, las concesiones, los servicios bancarios y financieros y diversos sectores manufactureros. Esas inversiones van a requerir cuidado y eventualmente, protección por parte del Gobierno.

Han aparecido bienes de exportación diferentes al carbón, el petróleo y el café, productos que disponen de sus propios canales de distribución. Los tratados de libre comercio vigentes ofrecen nuevas oportunidades al tiempo que implican retos que requieren un manejo diplomático adecuado.

La política internacional moderna conlleva hacer énfasis sobre los temas de inversión y comercio. Una Cancillería con mayor influencia gubernamental habría contrarrestado el veto del gremio ganadero a la incorporación de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Singapur a la Alianza del Pacífico.

Darle la espalda al mundo y al comercio internacional no es una opción válida para Colombia. Reformar y fortalecer el servicio exterior debe convertirse en un componente de la modernización del país.

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