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Analistas 13/04/2023

Apoyar a Ucrania

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

La invasión rusa a Ucrania ha dado lugar a una guerra que está en su segundo año de duración. Lo que Vladímir Putin denominó como una ‘operación militar especial’ es un acto de agresión contra una nación independiente, cuyo propósito es someterla a su voluntad. Ucrania ha respondido a ese intento con una guerra que, además de ser legítima y justa, representa la única opción honorable en esas circunstancias. Mientras haya soldados rusos en su país, el gobierno de Ucrania ha rechazado la posibilidad de iniciar conversaciones con Moscú para poner fin a las hostilidades. Ucrania es en la actualidad una nación en armas. A un costo humano enorme, con el apoyo militar y financiero de las democracias occidentales, enfrenta a una potencia autoritaria intentando reconstruir el imperio soviético por la fuerza.

La guerra entre Rusia y Ucrania es un evento geopolítico cuyas implicaciones trascienden el aspecto territorial de dos naciones en desacuerdo acerca de sus fronteras. Este conflicto ha provocado una crisis energética y alimentaria mundial. Adicionalmente, ha adquirido la característica de constituir una prueba de fuerza entre la autocracia y la democracia como formas de gobierno antagónicas.

Putin y los voceros de su régimen tratan de disfrazar una clásica guerra de agresión, equiparándola a un nuevo episodio de la rivalidad entre la antigua Unión Soviética y Estados Unidos. Éste es un sofisma de distracción. Una eventual conquista rusa de Ucrania tendría consecuencias graves para la Unión Europea y en particular para los países bálticos y de Europa Oriental que estuvieron sometidos a la dominación soviética en el siglo XX. Eso explica la magnitud de los cambios que han tenido lugar en la doctrina militar de la República Federal Alemana y la decisión de los gobiernos de Suecia y Finlandia de abandonar su tradicional política de neutralidad en los conflictos internacionales y solicitar el ingreso a la Otan. El gobierno de Estados Unidos ha dejado saber que, si bien respalda a Ucrania, no participa en el conflicto en calidad de beligerante. Pero tal como lo hizo el presidente Roosevelt en 1940, antes de haber entrado a la Segunda Guerra Mundial, el presidente Biden ha convertido a Estados Unidos en el arsenal de la democracia.

Declararse indiferente entre el agresor y su víctima equivale a apoyar al agresor. Adoptar una actitud de neutralidad en este conflicto es una forma solapada de apoyar a Rusia. Esa es la postura de los gobiernos de países asiáticos y africanos con experiencias cercanas de colonialismo o razones de distinta índole que motivan rencores contra las potencias occidentales. Esa no es la situación de Colombia.

En los conflictos internacionales del siglo pasado, Colombia estuvo del lado de las democracias occidentales. Colombia, aunque es menos desarrollada, hace parte de Occidente, como en épocas anteriores lo hicieron Irlanda, Portugal y España. La guerra contra Ucrania es una guerra contra Occidente.

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