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En el ocaso del actual gobierno colombiano, surge el interrogante de por qué no tuvo éxito el intento de establecer en Colombia un régimen similar al de Hugo Chávez en Venezuela. La respuesta a ese interrogante tiene varias explicaciones diferentes, pero interrelacionadas. Tenerlas en cuenta puede ser útil para quienes aspiran a gobernar el país a partir de agosto de 2026.
Por una parte, hay fallas notorias tanto en el modelo como en el intento de imitarlo, lo cual hace poco atractiva la propuesta de adoptarlo en el país. No ha sido por falta de voluntad. Gustavo Petro ha copiado actitudes y rasgos de su mentor y amigo, que tal como sucede con ciertos vinos, no viajan bien: la hostilidad hacia Israel y hacia Estados Unidos, la aversión a la empresa privada, la grandilocuencia y la incontinencia oratoria.
Por más admiración que pueda tener Petro por Hugo Chávez, la magnitud del fracaso de su proyecto político es inocultable. El expresidente Carlos Andrés Pérez pronosticaba que lo que venía para Venezuela con la llegada de Hugo Chávez al poder era miseria y tiranía. Esa predicción resultó ser acertada.
Transcurridos 26 años de un régimen que ha implementado el socialismo del Siglo XXI, Venezuela se ha empequeñecido y se ha pauperizado. La expropiación de empresas ha arruinado la actividad productiva. Una cuarta parte de la población ha sido lanzada al exilio. En materia social, los sistemas de educación y de salud han colapsado; el salario mínimo equivale a tres dólares al mes. Los dos gobiernos tratan de establecer una relación bilateral como la de los años 80, cuando las economías de ambos países tenían un tamaño comparable. Pero el chavismo ha destruido tres cuartas partes de la riqueza nacional. En la actualidad, la economía venezolana es más pequeña que la de Ecuador, la de Costa Rica y la de la República Dominicana.
Un gobierno que ha producido semejantes resultados sólo puede perpetuarse mediante el fraude, la alianza con los criminales y la represión. La opinión mundial coincide en que el resultado de las elecciones en las cuales Nicolás Maduro se proclamó ganador fue un robo. Su gobierno es considerado ilegítimo y tratado como un paria internacional.
Edmundo González, ahora en el exilio, fue quien ganó las elecciones, por una amplia mayoría. La opinión pública colombiana es consciente de esa realidad. Como consecuencia, toda iniciativa gubernamental encaminada a procurar un acercamiento con el régimen de Maduro produce un reflejo condicionado de rechazo.
Hay factores que hacen poco atractivo el modelo chavista. Las instituciones democráticas actúan como barreras a las iniciativas autoritarias. La libertad de prensa impide la creación de una hegemonía comunicacional. El sector empresarial tiene un apoyo de opinión superior al del gobierno. El aeropuerto El Dorado, administrado por una empresa privada, ha llegado a ser el de mayor movimiento de pasajeros de América Latina.
El Icbf, la Defensoría, los colegios, los centros médicos… todos hacen esfuerzos, pero la capacidad institucional es insuficiente frente a la magnitud del fenómeno, el abuso no siempre deja huella visible, y cuando deja huella emocional, casi nunca se denuncia
Es un recordatorio: Colombia también se ha construido desde la confianza, desde el ahorro, desde el servicio y desde la decisión de creer en la gente cuando más lo necesita. Eso fue Conavi
Un paso en falso y, en las próximas décadas, criminales como Pablo Escobar, Carlos Pizarro o Manuel Marulanda podrían convertirse en los nuevos “héroes” de una Colombia delincuencial. Ojalá el país comprenda la magnitud del desafío