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Estos equinos, siempre han sido los compañeros de trabajo en el arado, trapiches, minas y en el transporte seguro pues hace gala de los mejores rasgos de cada progenitor, pues heredan del burro su increíble fuerza, inteligencia, paciencia, perseverancia, resistencia y seguridad que se suman a la belleza equina, nobleza y la agilidad de los caballos. Estos compañeros de trabajo pueden vivir entre 30 y 40 años por su resistencia a enfermedades y su capacidad para adaptarse a climas extremos. No en vano han sido llamadas "todoterreno".
Las mulas eran conocidas en Egipto desde antes del año 3000 A. C. y durante unos 600 años (entre el 2100 A.C y el 1500 A.C) los faraones enviaron expediciones al Sinaí para extraer turquesas. Los mineros marcaban su ruta con grabados en las rocas que mostraban barcos y mulas (¡no camellos!).
En la Biblia ya se mencionaban como un medio de transporte para los grandes señores. No es casualidad que el rey David tuviera su propia mula real, o que los generales de la época preferían una buena mula de batalla a un caballo… por no mencionar el pesebre del niño Dios.
Ahora, traigamos esto a las escarpadas montañas de los Andes, donde los colonizadores europeos y luego antioqueños cambiaron sus caballos por mulas para atravesar montañas, desfiladeros, precipicios, ríos, y valles imposibles cargados de pertrechos, herramientas, oro y cuanta cosa. ¡Mulas! Más resistentes, con pasos seguros y con una capacidad de carga descomunal, fueron, son y seguirán siendo las aliadas perfectas para el progreso, el transporte y el comercio.
Durante siglos, han movilizado mercancías, cosechas, materiales de construcción, trasteos -incluyendo pianos- desde los cafetales de Antioquia, Tolima, Huila y el viejo Caldas, con alimentos desde los páramos de los Andes. También acompañaron a los alemanes trabajando en las minas de oro en los Santanderes y movilizaron desde y hacia los puertos importaciones desde Europa y exportaciones que hicieron posible el comercio internacional, con quina y caucho del Amazonas y Orinoquia y como si fuera poco hasta sirvieron para movilizar tropas, armas, cañones y se convirtieron en ambulancias en épocas de guerra, que aún no para.
Pero su utilidad no termina ahí. En los pueblos, las mulas también fueron transmisores de noticias; imaginen a un arriero bajando de las montañas, trayendo café y panela, pero también las novedades y recados del pueblo vecino. "Que don Ezequiel se casó con la hija del boticario", "Que la mula de don Máximo es la mejor del camino", "Que los liberales y los conservadores están otra vez a machetazo limpio". ¡las mulas una emisora andante!
Con la llegada del ferrocarril y las carreteras, las mulas empezaron a ser reemplazadas por tractomulas, sin embargo, en muchas regiones del país, siguen siendo imprescindibles, por ausencia o deterioro de las vías, inexistencia actual del tren y por el costo infinito de los combustibles. Intenten sacar una cosecha o llevar un refrigerador a una finca en lo alto de una montaña sin una buena mula, y entenderán su valor. En la Colombia profunda, esas comunidades campesinas que garantizan nuestra seguridad alimentaria, protegen los bosques y el agua, y sostienen la soberanía minero-energética, aún dependen de las recuas de mulas como columna vertebral del transporte.
La evolución de las mulas hoy está en los criadores especializados y nuevamente con los Policías Carabineros hoy también y como los caballos participan en exhibiciones y concursos donde se premia la más fuerte, la más veloz y hasta la mejor vestida. Pregunten en la Feria de Manizales o en las Fiestas de la Arriería.
Mientras los políticos hablan de energías renovables con equipos importados, con proyectos que no arrancan empantanados por la burocracia y los combustibles producidos en Colombia y con hidrocarburos colombianos están a precios internacionales, hay un motor que nunca ha fallado: la mula!