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Analistas 28/03/2023

¿Hay plata para tanto?

Paula García García
Conductora Red+Noticias

Mientras los gremios elevan su voz de preocupación ante la avalancha de reformas versus los tiempos en el legislativo y el fantasma del ‵pupitrazo′ ronda coqueto; una nueva inquietud asalta la esquiva tranquilidad de los últimos meses: ¿de dónde va a salir la plata para apalancar y sostener tantos cambios?

Entre las alertas sobre un incremento en el pasivo pensional que, con las modificaciones, podría doblar el actual y las muchas dudas alrededor del costo real del revolcón propuesto en el sistema de salud, varias son las implicaciones que salen a flote.

En el caso del texto de la ministra Corcho, que después de tanto hermetismo terminó convertido en un rompecabezas de intereses partidistas, a grandes rasgos, se sabe, representaría un aumento sostenido del gasto que, a 2027, alcanzaría los $11,2 billones.

Por su parte, la reestructuración en los aportes para la vejez carece de claridad en cuanto al manejo que el Gobierno daría a los recursos que todos los colombianos, por obligación, tendríamos que empezar a cotizar en el sistema público. Además, existiría un alto riesgo de no poder pagar las pensiones futuras, según proyecta la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif).

Quizá, los rimbombantes datos suenan lejanos y, en medio del acelere cotidiano, poco importa lo que pueda suceder en diez, quince o veinte años. Sin embargo, lo que por estos días se define, tiene todo que ver con el infalible destino colectivo. Con el mío, el suyo, y el de sus hijos. De enfermar ningún ser humano está exento y, en algún momento, nuestra vida laboral culminaremos.

La seriedad con la que hay que tomarse estos asuntos es tal, que no en vano, se une a las advertencias, el Fondo Monetario Internacional. Aunque destaca el ánimo transformador y su objetivo de fortalecer la política social ―necesidad que nadie discute―, también hace un llamado a la prudencia. Sin titubeos recomienda una implementación cuidadosa que garantice la estabilidad fiscal y financiera.

Ahora bien, capítulo aparte amerita el Plan Nacional de Desarrollo. La hoja de ruta del inmediato cuatrienio contempla un robusto paquete de subsidios que, por supuesto, impacta en el gasto público. Vía recomposición de dicho gasto, avalúos catastrales y otras disposiciones incluidas en el documento, buscarían tapar huecos. Aún así, intranquiliza la ya avisada desaceleración económica.

′Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo. Con el ambicioso plan reformista del Ejecutivo, en Colombia, estamos de película. La diferencia es que aquí, de salir mal, en lugar de recibir un codiciado Premio Oscar, abriríamos la puerta a dinámicas que podrían volverse insostenibles y materializarse en imperdonables retrocesos.

Corresponde al Congreso demostrar gallardía, sí. Pero en igual medida debe hacerlo el Ministro de Hacienda. El hombre de las cuentas. Considerado por muchos garantía de responsabilidad en una administración disruptiva y calificado por otros como el freno de mano frente a posibles excesos; José Antonio Ocampo, cada vez, con mayor frecuencia, parece autocensurarse. Callar sus reparos. Asumir una voz pasiva que decepciona.

Probados están los oídos sordos cual antesala del doloroso efecto boomerang. Ojalá, en esta ocasión, esa regla se rompa.

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