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Analistas 23/05/2016

Los sospechosos de siempre del partido republicano han vuelto

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Cierto, el Sr. Trump es profundamente ignorante en lo que a política respecta. No obstante, habríamos pensando que intentaría marcar su independencia de la cúpula republicana recurriendo, digamos, a algunos economistas empresariales. En cambio, recurrió a los sospechosos de siempre de la máquina de ruido del ala derecha. ¡Y vaya gente que escogió!

El Sr. Kudlow, columnista conservador, es para la economía lo que el comentarista republicano William Kristol es para la estrategia política: si dice algo, sabemos que es incorrecto. Hace años, cuando el Sr. Kudlow ridiculizó a los “cabeza de burbuja” que creían que un mercado inmobiliario sobrevaluado podía hacer caer a la economía estadounidense, debíamos haber corrido a los refugios antibombas; cuando proclamó que el Presidente George W. Bush era un enorme éxito porque un mercado de valores en auge es el veredicto máximo de una presidencia (a menos que el presidente sea un demócrata), tendríamos que haber sabido que la era Bush terminaría con un colapso de época.

Y luego está el Sr. Moore, analista político y económico que tiene un historial de pronósticos similarmente increíble, así como impresionante falta de competencia técnica siquiera mínima. En serio: lea el informe de la Revista de Periodismo de Columbia sobre su pifia con los números de empleo en 2014 (aquí: bit.ly/25aF11y).

Por supuesto, el Sr. Moore sigue siendo el economista en jefe de la conservadora Fundación Heritage. Y tal vez el Sr. Trump crea que esto es un certificado de calidad; que cualquiera en esa posición debe ser un verdadero experto.

Sr. Trump, usted verdaderamente no sabe nada.

“Paul Ryan” y el fracaso de Trump

Ha habido mucha reflexión entre las propias organizaciones de noticias sobre cómo fue que todos los medios (bueno, casi todos) descartaron la probabilidad del Sr. Trump de lograr la nominación presidencial republicana.

La cosa es que las encuestas de opinión apuntaron desde el principio la fortaleza del Sr. Trump, y para principios del otoño pasado debió haber estado claro que el Sr. Trump no iba a acabar como los varios no-Romneys de 2012.

Entonces, ¿por qué gran parte de los comentaristas se equivocó tanto durante tanto tiempo?

La respuesta básica, seguramente (respuesta que mis colegas de los medios siguen sin poder aceptar) es que el politólogo Norm Ornstein siempre tuvo la razón: que el Partido Republicano moderno ya no era un partido político normal; era una secta extremista que había alimentado la ira de sus partidarios y, al hacerlo, había creado un monstruo tipo Frankenstein. Y la mayoría de los eruditos, al negarse a verlo, se cegó a la forma en que el partido había madurado para el trumpismo.

Pero, permítanme ser más específico: pienso que podemos entender este fracaso de los medios considerando el cuento de “Paul Ryan”. No del verdadero Paul Ryan presidente de la Cámara de Representantes, sino del personaje mítico creado por los medios.

El verdadero Paul Ryan siempre ha sido un estafador; alguien que juega el papel de Conservador Serio y Honesto, pero que nunca lo ha actuado muy bien. Sus presupuestos siempre fueron fraudulentos en formas obvias, llenos de asteriscos mágicos de billones de dólares y evasiones espectaculares. Sin embargo, los informes noticiosos y análisis lo mostraban consistentemente como un ferviente experto en política.

¿Por qué? La respuesta, ciertamente, es que en la narrativa de los medios los dos partidos deben (simplemente deben) ser simétricos: si en el lado demócrata hay verdaderos expertos en política generando propuestas responsables, debe haber gente comparable en el lado republicano. Por tanto, alguien como “Paul Ryan”, la criatura mítica, debe existir, y cuando Paul Ryan, el verdadero político, decidió desempeñar ese personaje, nadie revisó los números ni señaló las obvias falsedades.

El fenómeno Ryan fue parte de la misma ceguera que provocó que a la mayoría de los analistas se les escapara el auge de Trump, aunque estaba frente a sus narices.

¿Y sabe qué ha sido verdaderamente útil para los pocos que no se equivocaron? Los números. Si alguien sacaba cuentas con las propuestas del Sr. Ryan, veía que era una estafa, lo que a su vez decía mucho sobre el verdadero estado del Partido Republicano; y eso, combinado con los sondeos y la demografía, al menos dejaba abierta la posibilidad de una nominación de Trump.

Por supuesto, ahora todos los que se equivocaron están ocupados inventando nuevas narrativas, igualmente infundadas en la evidencia. ¿Alguien va a impedir que estas cabezas sigan hablando?

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