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¡Ay,caray! Estoy empezando a notar un cambio en las pláticas de miedo.
Las acusaciones de que “estamos por convertirnos en Grecia, ¡Grecia! Yo sé lo que digo” se están debilitando un poco, tal vez debido a lo que he estado escribiendo como respuesta. Pero en su lugar hay horribles advertencias en el sentido de que el papel del dólar como moneda de reserva está en peligro.
Grrr. La gente que habla así generalmente no tiene idea de lo que dice; esto es, no tiene idea de realmente cuál es el papel del dólar, de lo que podría poner en peligro ese papel ni de por qué tiene importancia (hasta el punto en que la tenga). De hecho, sugeriría que cualquier discusión económica extensa normalmente termina con gente invocando la necesidad de defender el papel internacional del dólar, lo que en efecto es una concesión de que han perdido el resto de la discusión.
Entonces, ¿cuál es el papel internacional del dólar? Es, en cierto modo, para otras monedas lo que el dinero es para otros activos, cumpliendo en cierta medida las tres funciones clásicas de medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. Al hablar de estos papeles también deberíamos distinguir entre el papel del dólar en las decisiones privadas y su papel en acciones oficiales. Entonces obtenemos una matriz que se ve como la del recuadro que figura en esta página.
El dólar es, primero que nada, una moneda vehículo (principalmente en el mercado interbancario): si un banco quiere convertir bolívares en zlotis, generalmente cambiará bolívares por dólares y luego dólares por zlotis, en lugar de intentar encontrar alguien que quiera hacer el cambio inverso.
Es la moneda en que se facturan muchas transacciones internacionales, aunque de ninguna forma todas. Y hasta cierto punto mucha gente tiene dólares o activos denominados en dólares porque el dólar es más líquido que otras monedas.
Mientras tanto, los gobiernos que intentan apuntalar o contener sus monedas a menudo lo hacen con intercambios contra el dólar, incluso si están intentando afectar algún otro tipo de cambio. Algunos países fijan sus monedas al dólar, aunque en estos días no son muchos. Y los gobiernos tienen reservas denominadas en dólares.
En cierta medida, el papel del dólar en este caso refleja rendimientos crecientes autosustentables: la gente usa dólares porque los mercados son más gruesos (tienen muchos compradores y vendedores) y más líquidos, y los mercados son más gruesos y líquidos porque la gente usa dólares. La naturaleza circular de esta posición discutiblemente también significa que los accidentes históricos importan: la libra esterlina siguió siendo la principal moneda del mundo mucho después que Gran Bretaña había dejado de ser la principal economía del mundo (aunque Gran Bretaña sí comerciaba mucho, por lo que el caso no está completamente claro). El mismo factor sugiere que un periodo temporal de inflación o inestabilidad podría destronar al dólar más o menos permanentemente.
¿Pero esto es algo que debería preocupar a los estadounidenses? Primero que nada, es difícil argumentar que alguna moneda realmente represente una amenaza para el dólar.
Eso requeriría libre movilidad de capital (lo que descarta al renminbi, por ahora) y profundos mercados financieros. El euro solía verse como alternativa viable, pero sus mercados de bonos ahora están fragmentados en líneas nacionales, lo que lo hace menos plausible.
Pero incluso si el dólar pierde parte de su dominio, ¿por qué los estadounidenses deberían tensionarse? No hay evidencia de que Estados Unidos pueda endeudarse a tasas radicalmente más bajas debido al papel del dólar (y, de cualquier caso, más endeudamiento externo no necesariamente es bueno).
Frecuentemente escucho afirmaciones de que el país ha podido registrar déficits comerciales persistentes debido únicamente al papel especial del dólar; esto simplemente es falso, puesto que otros países como Gran Bretaña y Australia han podido hacer lo mismo.
Lo que es cierto es que la enorme tenencia de moneda estadounidense fuera de Estados Unidos (principalmente en forma de billetes de US$100, conservados por motivos obvios) representa, en efecto, un préstamo para Estados Unidos de aproximadamente US$500.000 millones a tasas de interés cero.
Eso está bueno, pero hasta en tiempos normales sólo vale alrededor de US$20.000 millones anuales, o aproximadamente 0,15% del producto interno bruto (PIB) de la nación. Y de cualquier forma, al euro también le ha ido bien en ese frente.
Si así lo quiere, los narcotraficantes suramericanos tienen dólares, los “empprezarrios” rusos tienen euros y en ambos casos son subsidios triviales para economías ricas y enormes.
El resumen es que aunque hablar del “papel internacional del dólar” suena muy sofisticado e importante, entre más se hable de ello, menos importa. Simplemente no es gran cosa.